Bolsa, mercados y cotizaciones

"Lejos de recular, la opacidad de los mercados financieros ha aumentado"

    El presidente de NYSE-Euronext, Dominique Cerutti. <i>Foto: Bloomberg</i>


    Procedente de IBM, Dominique Cerutti acaba de cumplir 100 días al mando de la rectora de los parqués de EEUU y Europa, NYSE-Euronext en el Viejo Continente. Admite que fue fichado para "reforzar el equipo directivo para seguir con el reposicionamiento, la adaptación y globalización de las actividades" de la compañía, para lo cual su conocimiento tecnológico resultar muy valioso.

    No oculta su militancia por aumentar la transparencia de los mercados financieros y confía en la refundición en curso de la regulación europea.

    ¿Cree que se ha emprendido la renovación de las finanzas internacionales?

    Está en marcha. Si volvemos la vista atrás, veremos que siempre se ha vilipendiado a las finanzas durante las sucesivas crisis. La que acabamos de atravesar, provocada por una acumulación de derivados macroeconómicos, es sin duda la más grave que hemos conocido por su amplitud y el carácter global de las finanzas. Ha suscitado una toma de conciencia sin precedentes.

    Nunca la necesidad de reforzar la regulación y la supervisión se había dejado sentir tanto. Jamás se había producido tal adhesión del mundo político, los organismos reguladores y los operadores. El debate es intenso, también en el campo que me incumbe en primer lugar, el de los operadores bursátiles.

    Pasa el tiempo y aún no se ha decidido ninguna reforma de envergadura. ¿Han perdido la batalla los reguladores?

    Los organismos reguladores, con la autoridad de los mercados financieros a la cabeza, están de acuerdo en la necesidad de mejorar el marco actual y reforzar la transparencia y la regulación de los mercados. Realizan un trabajo difícil que exige un esfuerzo de coordinación internacional sin precedentes. El objetivo es ofrecer más seguridad sin caer en un exceso de regulación.

    Si me fijo en el ejemplo del sector de los mercados financieros, se ve que el verdadero dilema que empieza a plantearse es el de opacidad o transparencia. Lejos de recular, la opacidad ha aumentado considerablemente desde hace dos años en los mercados. Sólo en el de acciones se ha duplicado.

    ¿Cómo hemos llegado ahí?

    La introducción, hace dos años, de la directiva europea de mercados e instrumentos financieros cambió por completo las reglas del juego, que hasta entonces favorecían sobre todo a las bolsas tradicionales, que se beneficiaban de una situación de casi monopolio. Esa directiva tenía dos objetivos loables: reducir los costes de ejecución y de acceso al capital.

    Sin embargo, al concentrarse únicamente en la competencia y la bajada de las tarifas de ejecución y compensación, nos arrojó hacia un entorno competitivo sin parangón en ningún otro sector. Y eso mientras creaba una serie de fenómenos potencialmente peligrosos y distorsiones suscitadas por una fragmentación incontrolada del mercado.

    ¿Se refiere a las zonas opacas?

    Las zonas opacas (dark pools) tienen una razón de ser legítima, que consiste en no desestabilizar el mercado por el importante volumen de los bloques que se intercambian. Pero, a base de exenciones, se produce un derivado y las plataformas gestionan volúmenes de cualquier tamaño, dando pie a una mayor opacidad. Otra consecuencia son las redes cruzadas, que captan cada vez más volumen en los mercados de acciones.

    La opacidad de ambos sistemas es casi total, desde la ejecución de las órdenes hasta las actividades de publicación de las operaciones, con simples datos agregados, en gran medida insuficientes y poco transparentes. Eso plantea tres cuestiones: la primera va ligada al riesgo sistémico, la segunda a la protección de los inversores y la transparencia en las políticas de precios y, la última, a una competencia justa.

    Participamos en el debate actual de transparencia u opacidad haciendo valer nuestras posiciones ante la Comisión incluso si no luchamos con los mismos medios que otros grandes actores. Las entidades bancarias internacionales disponen de varios centenares de personas que ejercen presión en Bruselas mientras que las empresas de mercado tienen, como mucho, una decena justa.

    Muchos emisores se quejan de no saber quiénes poseen sus títulos. ¿Qué les responde?

    Les comprendo. Tiene que ver directamente con la fragmentación de los mercados surgida a raíz de la directiva, que no ha beneficiado ni a las empresas cotizadas ni tampoco a los inversores finales.

    ¿Consigue que le escuchen?

    Llevamos en los genes el hecho de ser un mercado regulado, neutro y transparente, por lo que nuestra palabra es legítima. ¿Qué grado de opacidad estamos dispuestos a aceptar en los mercados y cómo evitar los derivados? Las demás cuestiones que surgen luego, como los intercambios de alta frecuencia que, por cierto, son una actividad perfectamente transparente, fuente de liquidez y eficiencia en los mercados, son en mi opinión secundarias, a varios meses de la revisión de la directiva. La Comisión parece haberlo entendido.

    En ese contexto, ¿cuál puede ser el futuro de las bolsas tradicionales?

    Soy optimista. Los debates actuales sobre el desarrollo de las operaciones amistosas deberían sernos favorables. Podrían desembocar en una incitación a operar esas actividades en plataformas reguladas y reforzar las obligaciones de control. La mayoría de los parqués ya están armados para enfrentarse a la competencia de las plataformas de negociaciones alternativas, que no son rentables mientras que no estén sometidas, más allá, a las mismas exigencias que los mercados regulados.

    Nuestros sistemas informáticos, nervio de la guerra en nuestro sector, responden a unos requisitos reglamentarios muy elevados y ya alcanzan unos niveles de resistencia y rendimiento extraordinarios. Para ganar el desafío tecnológico, NYSE-Euronext se ha sumergido en una profunda mutación tecnológica y operativa que hoy está dando frutos. Seguimos supervisando los costes con un ahorro recurrente del orden de los 450 millones de dólares al año desde 2007.

    ¿El parqué de París tiene futuro en la nueva configuración de los mercados que usted profesa?

    Sí, la Bolsa de París puede y debe tener futuro. Hace falta una agenda realista, una hoja de ruta clara y presentar aun más cohesión. Podremos rivalizar con la City si conseguimos la misma unidad de opiniones sobre determinados asuntos clave entre los principales actores: inversores, emisores, intermediarios, etc. Junto a Paris Europlace, NYSE-Euronext desea desempeñar un papel de empresa de mercado.

    Tenemos la fortuna de contar con una ministra de economía, Christine Lagarde, dedicada de lleno a este asunto y que apoya, por ejemplo, la urgencia de un mercado de obligaciones de empresas para la eurozona y la facilidad de acceso de las pymes al ahorro público.