Bolsa, mercados y cotizaciones
Los inversores cabalgan de nuevo en verano sobre la ola de la deuda pública
- Las compras sitúan el rendimiento de los bonos españoles a 10 años en el nivel más bajo de 2009
- Las dudas sobre la recuperación económica contrarrestan las masivas emisiones de títulos
La temporada estival ha calentado de nuevo los ánimos entorno a la deuda pública europea. Y lo está haciendo para desafiar la regla económica que establece que, cuanto más abundante es algo, más bajo tenderá a ser su precio. Ahora, y pese a que el mercado está inundado de títulos por las masivas e históricas emisiones de los Estados, las compras han regresado a este segmento, con el consiguiente retroceso de las rentabilidades, que descienden cuando el precio sube.
En el caso español, esta tendencia ha provocado que el rendimiento de los bonos españoles se haya situado en los mínimos del año en las dos últimas sesiones. Si a finales de mayo se encontraba en el 4,28%, ayer pasó al 3,75%, el nivel más reducido desde diciembre. Las adquisiciones también se han dejado notar en el bund alemán, la referencia en la zona euro, que ha pasado del 3,58 al 3,25 por ciento en el mismo periodo -ver gráfico-.
Cuando menos se esperaba
Esta oleada de compras se ha producido, además, es un contexto aparentemente desfavorable. Durante la primera semana de junio, las rentabilidades llegaron al 4,46% en los bonos españoles y al 3,71% en los títulos germanos, con lo que se situaban en la zona de máximos anuales.
Estos niveles, consecuencia de las ventas que dominaban por entonces el mercado, respondían a dos razones vinculadas entre sí. Por un lado, figuraban las históricas emisiones de deuda por parte de los Estados para financiar los déficits públicos, ante las que los inversores preferían desprenderse del papel que tenían en su cartera y esperar a que los respectivos Tesoros pagaran más intereses en el futuro para colocar los siguientes lanzamientos. Y por otro, los reducidos rendimientos que ofrecían los bonos, inferiores al 4,5% en el caso de los títulos a largo plazo. Este escaso premio hacía más atractiva la inversión en otros activos como la bolsa, que venía remontando posiciones con fuerza desde marzo.
Conjugados, ambos argumentos habían condenado a la deuda pública al ostracismo. Pero fue un castigo más efímero del previsto. Pese a que los Estados no han levantado el pie del acelerador de las emisiones, los inversores se vieron atraídos por los rendimientos vistos a comienzos de junio. Y apenas han dejado de comprar desde entonces, en una tendencia que se ha visto alimentada en las dos últimas semanas por otro motivo: las dudas en torno al ritmo al que se recuperará la economía mundial y la consiguiente posibilidad de que los tipos de interés se mantengan en los bajos niveles actuales más tiempo del previsto inicialmente. "La retirada de los planes de estímulo y la tensión de la política monetaria podrá esperar", confirman los expertos de Banif.
Este entorno ha confirmado las previsiones de los analistas de Inversis, que a comienzos de julio consideraban que la deuda pública había sufrido demasiadas ventas. "El castigo que ha experimentado hasta junio en los largos plazos ofrece oportunidades de entrada, preferiblemente en la curva europea", vaticinaban.