Bolsa, mercados y cotizaciones
Qué debe vigilar en los folletos de los fondos con objetivo de rentabilidad
- Aspectos que debe de comprobar en los fondos más vendidos en el último año y medio en España
Ángel Alonso
Madrid,
Si existe una categoría de fondos de inversión con un nombre que puede resultar extravagante son los fondos de rentabilidad objetivo. Al fin y al cabo, todos los vehículos de inversión colectiva persiguen alcanzar un determinado rendimiento en un plazo temporal determinado, en función de la expectativa de evolución del mercado. En realidad, fue un intento de diferenciarles de los fondos garantizados, aquellos que por folleto sí que ofrecen una garantía de recuperar el 100% del capital inicial invertido, con la ventaja de añadir la revalorización obtenida. Gracias a esto, fueron unos de los impulsores para la comercialización de los fondos de inversión en España a finales de los años 90, en los que los productos de renta fija y monetarios dominaban el escaparate
La construcción de la estructura de un fondo garantizado era fácil en una época de tipos de interés normales, ya que únicamente debían invertir en activos de deuda de calidad, sobre todo de bonos soberanos, lo que permitía tener una visibilidad sobre la rentabilidad esperada y el coste de la cobertura. Un factor importante en los garantizados de renta variable, en los que la evolución del mercado permitía arañar un rendimiento extra sin mucha complicación. Tan fácil era conseguir dicho rendimiento garantizado que algunos productos se cancelaban de forma anticipada porque muchos productos alcanzaban su objetivo antes de tiempo, por lo que se iban fusionando con el lanzamiento de otros fondos similares.
De hecho, con el fuerte repunte de la deuda periférica en la crisis del euro, ganaron mucho volumen patrimonial. Pero con el largo período de tipos de interés cercanos a cero fueron perdiendo fuelle, porque el coste de la garantía ya no se podía compensar con una cartera de bonos y ofrecer al mismo tiempo una rentabilidad atractiva. Fue ahí cuando empezaron a aparecer los primeros fondos con objetivo de rentabilidad, ya que aunque no garantizan al partícipe el capital invertido, en esencia intentaban mantener la misma estrategia, sea mayor o menor la revalorización obtenida.
Con la normalización de los tipos de interés iniciada el año pasado por los bancos centrales para intentar rebajar la inflación, estos fondos volvieron a coger impulso, al igual que otros de perfil muy conservador, como los monetarios o los conocidos como buy and hold o con fecha de vencimiento, precisamente porque incluyen habitualmente activos de deuda pública de corta duración que permite prever la rentabilidad, lo que les asemeja a los de rentabilidad objetivo.
En los folletos de estos vehículos de inversión se menciona expresamente que estos fondos conllevan, como cualquier producto financiero sujeto a cotización, un riesgo para el inversor, aunque a veces se olvide este factor con la renta fija. Pero en su comercialización, las gestoras de las entidades financieras suelen poner el gancho de una TAE aproximada para atraer a los partícipes. De ahí que sea importante revisar bien los documentos de los fondos para comprobar si mencionan una rentabilidad estimada o no.
Y aquí está la clave, porque si es estimada no es indicativa de que se vaya a terminar obteniendo finalmente ese rendimiento. Hay que tener en cuenta que la construcción de las carteras es diferente en función de la fecha concreta de vencimiento. En algunos casos, la simple incorporación de una clase de activo, como la deuda española o la italiana, ya permite vislumbrar la revalorización de ese fondo al final de su vencimiento, que coincide aproximadamente con la vida del vehículo de inversión.
Pero en otros casos, la cartera puede estar más diversificada, incluyendo un porcentaje de deuda corporativa o subordinada financiera para ganar algo más de rentabilidad, por lo que la fluctuación de estos activos en el mercado marcará la rentabilidad final que se pueda obtener, aunque el equipo gestor siempre ajustará la duración de dichos activos a la fecha de vencimiento del fondo para llegar al final de su vida con la rentabilidad estimada, que no está garantizada.