Bolsa, mercados y cotizaciones
Trucos para devaluar el euro sin poder hacerlo: ¿con qué recursos cuenta España?
¡Nada por aquí! España no puede devaluar su divisa. ¡Nada por allá! Pero sí puede adoptar medidas para conseguir el mismo efecto que si pudiera hacerlo. No. No es una cuestión de magia, aunque sí se le parece. Se trata de una serie de trucos con los que las autoridades se pueden sacar de la chistera unos estímulos positivos para la economía española.
"La clave es mejorar la competitividad", comenta José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, para subrayar el objetivo último que deben perseguir dichas medidas. Pero hay un problema. La incorporación en la Unión Económica y Monetaria (UEM) no sólo supuso cambiar las pesetas por euros, sino que también implicó una doble cesión.
Algunas cesiones
Por un lado, el Banco de España entregaba al Banco Central Europeo (BCE) su capacidad de establecer los tipos de interés oficiales. Por otro, nuestro país ya no podría manejar a su antojo el valor de la divisa, porque ésta pasaba a ser propiedad de varios países. De un plumazo, nuestro país perdía su autonomía monetaria y cambiaria.
Esta segunda consecuencia genera cierta sensación de añoranza en estos momentos. Sobre todo, porque a lo largo de la historia España se había labrado una prolífica trayectoria devaluadora. Sin ir más lejos, en la anterior crisis, la sufrida en 1992 y 1993, las autoridades devaluaron la peseta en dos ocasiones durante el primer año, otra más durante el ejercicio siguiente y una última vez en 1995.
Incluso el último Premio Nobel de Economía, el estadounidense Paul Krugman, evocó ese tiempo pasado cuando, el 19 de enero, recordó que España "necesita ser más competitiva, pero no puede devaluar, porque es un país de la eurozona".
Hay conejos en la chistera
Sin esta herramienta a mano, Krugman agregaba que "la única alternativa" que tenía nuestro país era "reducir los salarios". Y aunque éste es un camino, no es el único. En la chistera hay más conejos. "La medida equivalente a una devaluación que resulta más inmediata e instantánea consiste en rebajar las cotizaciones sociales de las empresas", afirma Gregorio Izquierdo, el director del Servicio de Estudios del Instituto de Estudios Económicos (IEE). Y añade: "En segundo lugar, habría que reducir el impuesto de sociedades, y posteriormente flexibilizar el mercado de trabajo y fomentar la movilidad de los factores de producción". "Otra posibilidad pasa por liberalizar los sectores intervenidos", aconseja José Carlos Díez.
José Luis Martínez Campuzano, estratega en España de Citi, reclama "reformas estructurales, con un fuerte aumento del crecimiento potencial, que permitan una recuperación relativamente rápida y fuerte de la economía". Javier Ruiz-Peinado Gértrudix, experto en divisas de Saxo Bank, menciona otro viejo propósito, como es el de incrementar la productividad.
La combinación de estas medidas reduciría el valor relativo de nuestros productos y servicios. O lo que es lo mismo, permitiría que fueran más baratos -y por tanto más competitivos- en el exterior, que es lo que se persigue con una devaluación.
Es más, los beneficios de dichas posibilidades superarían los de abaratar el valor de la divisa, una alternativa cuyos efectos resultan efímeros y que provoca efectos secundarios no tan positivos, como una posible fuga de capitales. "Con la devaluación puedes encubrir tus debilidades y retrasar las medidas de política económica que resultan necesarias y cuyo impacto resulta más duradero", confirma Gregorio Izquierdo.