Bolsa, mercados y cotizaciones
Hablar de nacionalización de bancos deja de ser tabú
El eje de todas las conversaciones entre los profesionales del mercado norteamericanos es en estos momentos la nacionalización de los bancos. Algo francamente extraño porque, hace tan sólo un mes, uno podía haber sido lapidado en Wall Street si hubiera sacado el tema ya que, como todo el mundo sabe, el gobierno gestionaría horriblemente mal los activos privados.
Pero ahora la situación ha dado la vuelta porque los valores bancarios han vuelto a hundirse por culpa de los reguladores que han comenzado a recoger datos para el famoso stress test del Tesoro que debe distinguir a los bancos viables de los que no lo son. Y Alemania ha aprobado una ley ad hoc para que el Gobierno pueda salvar al Commerzbank. La palabra "nacionalización" se ha empezado a oír en Wall Street como una alternativa legítima a los planes que se han anunciado hasta ahora. Es una señal de lo preocupado -desesperado, dirían algunos- está el mercado.
La creciente minoría que apoya esta solución recibió ayer el apoyo nada menos que de Alan Greenspan, que dijo al Financial Times que estaba a favor de la nacionalización de algunos bancos de forma "temporal", sea lo que sea eso. Incluso algunos senadores republicanos afirman que la nacionalización debe tenerse en cuenta como alternativa a tirar miles de millones en un agujero negro como hasta ahora.
Para suavizar el término, algunos utilizan el eufemismo "modelo sueco", pero no hay que dejarse engañar. Dicho modelo implica nacionalizar los bancos más débiles y subastar sus activos después de limpiar sus balances.
Se espera que el secretario del Tesoro Geithner presente en breve los detalles de su plan de rescate "público/privado". Después de eso, todo apunta a que la nacionalización emergerá como alternativa a algunas partes de dicho plan, afirma Bob Pisani en su blog de la CNBC.
Roubini apoya a Geithner
Precisamente, el plan de Geithner recibió ayer un inesperado apoyo en The Wall Street Journal: el mismísimo Nouriel Roubini, el profeta de la crisis, cuya fama ha alcanzado dimensiones siderales por clavar con sus predicciones (justo es reconocerlo) el desarrollo y la gravedad de la catástrofe financiera. Roubini considera que, pese a la falta de detalles, el plan -que bautiza como Rescate 2.0- tiene el mérito de frenar la locura en que se había convertido la salvación del sistema financiero. Ofrece nuevos instrumentos para los bancos (garantías, inyecciones de capital, etc.) pero a cambio los bancos deben demostrar su solvencia para acceder a ellos.
Y si pretenden vender sus activos tóxicos al Gobierno, éste pretende que el capital privado le ayude en el empeño. Y esos inversores no van a pagar un precio excesivo, sino todo lo contrario. "Aunque no es su intención, la realidad es que Geithner va a confirmar la insolvencia del sistema financiero. Una vez que asumamos esta verdad, no quedarán muchas más alternativas que la nacionalización", concluye.
Es decir, Roubini también se suma a los partidarios de esta solución, aunque precisa que no hablamos de que el gobierno gestione los bancos a largo plazo, sino de que limpie sus balances y los revenda a inversores privados siguiendo el modelo sueco. "La buena noticia es que el riesgo recaerá en los accionistas de los bancos y en los tenedores de su deuda a largo plazo, en vez de en los contribuyentes. Esto tiene sentido porque los accionistas y los acreedores son los que apostaron por esos bancos. Y así también evitaremos repetir los errores que cometimos con Fannie Mae y Freddie Mac", sentencia.