Al estallar la crisis financiera internacional en 2007, la globalización, la elevada integración del sector bancario y el sobredimensionamiento del sector ocasionaron fuertes perturbaciones financieras que acabaron con la desaparición de entidades bancarias y el rescate de gran parte de ellas a través de descomunales ayudas públicas. A partir de ese momento, se redujeron los ingresos de las entidades bancarias por la propia ralentización del crecimiento económico, la contracción del crédito, los reducidos tipos de interés y las mayores provisiones de fondos. Esta situación, junto con las nuevas medidas regulatorias para fortalecer la solvencia, transparencia y liquidez de las entidades, tuvo un fuerte impacto en los resultados de los bancos y sobre el tamaño de sus balances. Las entidades financieras todavía no han recuperado los niveles de ingresos previos a la crisis. Son conscientes de que la innovación es fundamental como respuesta a los desafíos del sector financiero, pues les ayudará a mejorar los niveles de eficiencia de su modelo operativo y a recuperar rentabilidad sobre recursos propios. La irrupción de Internet en el sector modificó los patrones de conducta del cliente, con el crecimiento de la banca online, de la banca móvil y la influencia de las redes sociales. Los usuarios disponen de más información, son más exigentes y reclaman nuevas fórmulas de atención y servicio que complementen los productos tradicionales.La velocidad de los avances tecnológicos genera dudas entre las instituciones financieras que se enfrentan a decisiones complejas de selección e inversión, pero la tecnología es primordial para satisfacer las nuevas demandas de los clientes. Los bancos tendrán que reinventarse, cambiar su oferta de producto y adoptar una nueva filosofía de negocio.Google recibió en el pasado mes de marzo una nueva licencia en Irlanda que le permite operar en toda la Unión Europea como entidad de pago, puede realizar transferencias, domiciliaciones o gestionar tarjetas, como si fuese un banco pero sin serlo realmente. Situaciones similares se dan en Facebook, Apple, Samsung o Amazon. El sector bancario acoge con esperanza la entrada de las llamadas big tech, aunque exige que estén sujetas a la misma regulación, supervisión y obligaciones. Para su integración será necesario realizar un análisis sobre el impacto de la competencia, la estabilidad financiera y la protección al consumidor para evitar riesgos sistémicos. El éxito de la banca digital, como la española BNext o la alemana N26, también acelerará la trasformación digital de la banca tradicional, puesto que son fuertes competidores con propuestas más eficientes y comisiones bajas. Las Big Tech, de momento, se mantienen alejadas de servicios esenciales como los préstamos o los depósitos; consideran que su estrategia no es la entrada en todos los ámbitos y el futuro será un modelo mixto.La mitad de las entidades financieras tradicionales ya tienen acuerdos con este tipo de compañías y se estima que en un periodo relativamente corto estas alianzas lleguen al 85 por ciento de los bancos tradicionales. La digitalización del sector bancario podría ser una gran oportunidad de inversión durante los próximos años puesto que, técnicamente hablando, la situación bursátil actual de los bancos europeos podría ofrecer grandes retornos. Aunque en estos momentos la perspectiva de mayores bajadas de los tipos de interés por parte de los grandes bancos centrales continuará presionando al sector financiero a corto-medio plazo. En el gráfico de la entidad alemana Deutsche Bank, podemos observar cómo estableció un nuevo mínimo histórico recientemente en la zona de 5,95 euros. Commerzbank, por su parte, cotiza ligeramente por encima de 6 euros y estableció el nivel más bajo de la historia en 5 euros en 2016. Respecto a los grandes bancos españoles, hay que destacar que si el Banco Santander alcanzase su récord de 2007, el potencial de subidas sería del 113 por ciento, mientras que en BBVA esta cota alcanzaría el 120 por ciento.