A pesar de que todavía no disponemos del dato de crecimiento del segundo trimestre, los indicadores publicados permiten ratificar nuestras expectativas de comienzos del año, y en este mes de junio, atravesaremos el ciclo económico expansivo más largo de la historia en Estados Unidos.Si bien es cierto que la expansión económica continúa, cabe destacar también que las señales de desaceleración de la actividad son cada vez más evidentes. Uno de los datos más relevantes para tener una mejor percepción sobre la evolución real de la actividad son las encuestas a empresarios, y las últimas cifras no son positivas, con la confianza del sector industrial alertando de futuras caídas de la actividad, lo que todavía dificulta vislumbrar el suelo de la desaceleración económica.En los mercados financieros, los niveles de cotización alcanzados por la deuda pública también descuentan ya unos elevados temores sobre la sostenibilidad del crecimiento. En Estados Unidos, el diferencial de la curva de tipos de interés (el que tiene un vencimiento a 10 años contra el que lo hace a 3 meses) se ha invertido, lo que históricamente ha señalado que nos encontramos en la parte final del ciclo económico. Según los propios modelos de la Fed, este nivel de inversión de la curva de tipos de interés es acorde con unos mercados de renta fija asignando una probabilidad de más del 30 por ciento a que en los próximos 12 meses asistamos a una recesión económica. ¿Qué ha cambiado para que estos temores a una recesión se hayan intensificado en mayo?Durante los últimos días, lejos de alcanzarse el "fantástico" acuerdo comercial entre EEUU y China que Trump prometía, hemos asistido a un recrudecimiento de las tensiones comerciales. A las subidas de los aranceles americanos, se ha unido una respuesta China más contundente y una posible nueva herramienta de presión, dejando entrever su intención de limitar las exportaciones de tierras raras.El escandio, el itrio y otros quince nombres más quizá nos suenen poco, pero a día de hoy, son componentes fundamentales en muchos objetos cotidianos. Nuestro móvil, las bombillas LED y el próximo coche eléctrico que compraremos –o mejor dicho, compartiremos a través de una app–, todos emplean alguno de estos elementos en su fabricación. Claro está, que también son fundamentales en aplicaciones militares.A pesar de su nombre, ni son tierra ni son raros, pues se encuentran de manera abundante en la corteza terrestre y la mayoría se conocen ya desde finales del siglo XIX. Las tierras raras comparten además otra peculiaridad: su extracción se encuentra dominada por China, que produce el 70 por ciento del total mundial y, por sí sola, concentra el 37 por ciento de las reservas.Como muestra de su importancia estratégica, las tierras raras se encuentran entre los pocos artículos chinos excluidos de la lista estadounidense de bienes sujetos a aranceles. Si China decidiera recortar las exportaciones provocaría efectos negativos para la industria tecnológica, pero también alentaría a que otros países desarrollarán su producción propia o elementos sustitutivos. Este es uno de los factores que podría llegar a frenar un nuevo, y peligroso, paso en la guerra comercial.El recorte de exportaciones no es una novedad. En 2010, China ya decidió recortar exportaciones a raíz de una disputa con Japón en las Islas Senkaku (archipiélago administrado por Japón, pero sobre el que China reclama su soberanía). Durante ese episodio, vimos un repunte como mínimo espectacular del precio de las tierras raras en los mercados cotizados, algo que se teme se repita. Sin embargo, desde esa fecha, las alarmas sonaron y los demás países comenzaron una búsqueda por diversificar sus proveedores, lo que ha reducido el porcentaje de China sobre la producción mundial desde el 95 por ciento de 2010 hasta el 70 por ciento actual. A comienzos de mayo, las bolsas alcanzaron máximos del año y descontaron en gran parte un escenario de acuerdo comercial. Por ello, esta corrección vivida en las últimas semanas confirma nuestro escenario, de que las negociaciones comerciales se alargarán en el tiempo, reduciendo las expectativas de crecimiento y generando episodios de incremento de la volatilidad. La decisión sobre las cuotas de exportación de las tierras raras compartirá protagonismo con la reunión del G-20 el día 28 de junio en Osaka, Japón, fecha en la que se verán las caras nuevamente los líderes mundiales. Por el momento, los gestos (en el caso de China) y los tuis (de Donald Trump) no son alentadores. Aunque esperamos que se evite un mayor enfrentamiento económico entre las dos potencias, por el momento recomendamos mantener cautela en la exposición a renta variable, dado que las valoraciones de las bolsas deberán ajustarse a un escenario más incierto.