El nuevo año ya ha vivido el primer gran evento de volatilidad exacerbada. El aumento de la aversión al riesgo así como el profit warning de Apple y la poca liquidez del mercado asiático provocaban unos movimientos exagerados en el yen. Con el mercado nipón cerrado por fiesta, los pocos operadores del mercado tuvieron que afrontar una avalancha de órdenes de compra de la divisa nipona, que fueron aumentando por la importancia que están cogiendo los hedge funds centrados en la inversión tendencial mediante el uso de futuros, que ya provocaron un importante desplome en febrero de 2018, y nada hace pensar que éste vaya a ser el último.