El último trimestre comenzó sin que se produjeran avances significativos en las tres grandes cuestiones que más inquietan hoy a los inversores: la guerra comercial abierta por Estados Unidos, el acuerdo sobre el Brexit y la política presupuestaria italiana. Estos factores crean un hábitat global en el que solo unos pocos activos financieros han conseguido batir a la inflación desde principios de año. Las ganancias se concentran en las acciones estadounidenses y, sobre todo, en los sectores de tecnología y consumo discrecional. Claramente, y a pesar de los riesgos mencionados y del endurecimiento monetario de la Fed, las condiciones financieras siguen siendo expansivas, lo que explica los sólidos avances de las acciones estadounidenses. Desde el comienzo del verano, las condiciones crediticias de los hogares y las empresas no financieras se han relajado y el nivel de endeudamiento permanece estable. Otro punto de interés se dio en septiembre al rebotar los bonos de los mercados emergentes. Es importante tener en cuenta que estos vehículos acumulan importantes descensos desde comienzos de año y, desde nuestro punto de vista, es todavía es prematuro aumentar la exposición a esta clase de activos. El endurecimiento cuantitativo de los bancos centrales de los países desarrollados, sobre todo EEUU, lastró la evolución tanto de la deuda pública como de la deuda corporativa. Los bonos de alto rendimiento se anotaron ganancias debido a las alzas de la banca y la energía, dos sectores ampliamente representados en los índices. Si nos centramos en una aproximación macroeconómica se aprecia que la liquidez en los mercados financieros ha seguido descendiendo a raíz de las políticas monetarias de los bancos centrales. La Reserva Federal reducirá el tamaño de su balance a razón de 50.000 millones de dólares al mes a partir de este mismo mes de octubre (dejando de reinvertir 30.000 millones de dólares en bonos del Tesoro y 20.000 millones en bonos de agencias gubernamentales) y el BCE reducirá el importe de sus compras mensuales de 30.000 millones a 15.000 millones de euros. Con respecto a la renta variable, en un cómputo global, no creemos que nos encontremos en el final del ciclo económico por lo que, en nuestra opinión, el precio de los activos financieros de riesgo debería seguir subiendo. No obstante, la guerra comercial, la depreciación de las monedas emergentes y el ascenso de los tipos de interés a los que antes nos referíamos siguen impidiendo una subida de los índices bursátiles. A grandes rasgos, en las bolsas destacaron especialmente los sectores cíclicos; la rotación se explica por la subida del precio del petróleo (6 por ciento en el barril de Brent) y el aumento de la pendiente de la curva de rendimientos. Por otro lado, los niveles de valoración según el ratio precio-beneficios de Shiller apuntan a un periodo de rentabilidades bajas, pero positivas. En cuanto a los mercados emergentes, su peor comportamiento relativo sigue acentuándose con respecto al mercado estadounidense a causa de su exposición al riesgo comercial. Aunque todavía es demasiado pronto para plantearse sobreponderar la región, las valoraciones vuelven a ser interesantes y una caída del dólar marcaría un punto de entrada. Por su parte, la renta fija sigue siendo un área compleja. Desde Mirabaud, en Europa seguimos manteniéndonos alejados de la deuda de los países periféricos. Los presupuestos italianos, que prevén un déficit del 2,4 por ciento del PIB durante los tres próximos años, no se ajustan a las normas definidas por la Unión Europea. Los inversores castigaron esta decisión y los diferenciales de tipos de interés con Alemania volvieron a superar los 270 puntos básicos. Trasladándonos a EEUU, vemos que los tipos de la deuda pública a diez años repuntaron hasta superar el 3 por ciento durante el mes de septiembre y creemos que podrían superar rápidamente los máximos alcanzados a mediados de mayo. Este repunte se produjo sin que aumentaran las previsiones de inflación, pero con un incremento de la prima a plazo. Una tendencia alcista que podría llevarnos a niveles del 3,25-3,50 por ciento de aquí a finales de año. La volatilidad continúa predominando en los mercados. Nuestra sugerencia sigue siendo apostar por una gestión activa, de valor y con un horizonte en el largo plazo.