Scire te prius sit an invocare te. sed quis te invocat nesciensLa estrategia del Gobierno británico ante una parálisis de la que tiene mucha culpa es denunciar la falta de "flexibilidad" de la Unión Europea. Tirando de ambigüedad retórica, el Ministerio del Brexit y otros departamentos directamente relacionados con la salida acusan a Bruselas de no aceptar "soluciones creativas" a problemas complejos como la ecuación de cómo evitar una frontera dura con Irlanda, si Reino Unido abandona la unión aduanera. De momento, lo único que Londres ha conseguido anticipar son soluciones temporales. Su propuesta en materia arancelaria plantea replicar el modelo comunitario hasta que haya una solución técnica que permita implantar el nuevo sistema. Sin respuestas concretas El problema es que nadie ha aclarado en qué se basará y lo único que es obvio es que la disparidad permanece en el gabinete, sin que May haya arrojado luz acerca de qué opción ve más factible. De ahí que, irremediablemente, se vea obligada a escuchar lo que no quiere oír por parte de la cúpula comunitaria, que le reclama respuestas concretas a preguntas específicas acerca de cómo pretende materializar planes que para Bruselas, por ahora, parecen querer beneficiarse de lo mejor de los dos mundos: la conveniencia de interactuar con un bloque que no impone tarifas, combinada con la libertad de elegir normativas y relacionarse a su gusto desde un punto de vista comercial. Por ello, el calendario más realista sitúa la conclusión del proceso a final de año. Es difícil que el Consejo del 18 y 19 de octubre permita alumbrar grandes avances, por lo que podría ser posible una reunión extraordinaria de jefes de gobierno en noviembre para facilitar acercamientos suficientes que garanticen un principio de acuerdo en la cumbre comunitaria de final de año, prevista para el 13 y 14 de diciembre.