Tras la jornada de anormal tranquilidad que se vivió en los parqués europeos el miércoles, ayer volvieron a saltar las alarmas en el mercado continental tras el profit warning -rebaja de las estimaciones de beneficios- que Daimler realizó a causa de los aranceles impuestos por Donald Trump -ver información superior-. Este recorte arrastró al resto de los valores de un sector que tiene un peso considerable en el mercado europeo, especialmente en el Dax alemán, que se dejó un 1,44 por ciento en la sesión, cerrando en el entorno de los 12.500 puntos. Así, el indicador teutón, una de las principales referencias a nivel de Europa, quedó a menos de medio punto porcentual de su soporte clave de corto plazo, "que es el límite que puede tener la caída a corto para que sigamos considerándola una simple consolidación", explica Joan Cabrero, jefe de estrategia de Ecotrader. Más cerca incluso se quedó el EuroStoxx 50, a solo un 0,4 por ciento de sus soportes análogos. "Desde este entorno, esperamos que a cierre semanal se forme un potente giro alcista", añade Cabrero. "En el caso de que eso no suceda y se acaben perdiendo soportes, se abriría la puerta a un contexto potencialmente bajista que podría llevar al selectivo germano, y al resto de Europa por arrastre, a caer a la zona de mínimos del año, es decir, supondría un descenso entre el 6 y el 7 por ciento desde los niveles actuales", advierte el experto, por lo que desde Ecotrader se recomendaría reducir la exposición a bolsa. Del resto de plazas europeas, la más penalizada fue la italiana que, tras dejarse un 2 por ciento en la sesión, vuelve a arrojar pérdidas en el cómputo del año. En Francia, el Cac 40 cedió un punto porcentual mientras que el Ibex 35, de referencia en España, perdió un 0,9 por ciento. Euroescepticismo en Italia Las caídas de la bolsa transalpina llegaron tras el nombramiento de dos euroescépticos de la Liga para presidir las comisiones de Presupuestos y Finanzas de la Cámara Baja del Parlamento y del Senado, respectivamente. La tensión se notó incluso más en el mercado de deuda, donde las ventas del papel italiano llevaron al bono a 10 años a aumentar su rentabilidad exigida en casi 20 puntos básicos -hasta el 2,73 por ciento-, algo que se contagió también al mercado español.