Abonará 0,55 euros en 2016 con un pago de 35 céntimos en ‘scrip’ y 0,40 euros en efectivo en 2017Deja en un segundo plano la venta de activos para recortar apalancamiento de forma orgánicaTras el fracaso en la venta de su filial británica O2 a Hutchison -y más intensamente tras el fiasco en la colocación de Telxius-, el mercado había puesto en el punto de mira la retribución de Telefónica y ayer la teleco tomó una decisión que algunos analistas habían venido reclamando desde hacía tiempo: un recorte del dividendo. José María Álvarez-Pallete, presidente de la firma, toma su decisión hasta ahora más importante desde que ocupó el cargo en abril. Así, ha decidido recortar los pagos con cargo a este año desde los 0,75 euros por acción (con 0,35 euros en scrip y 0,4 euros en efectivo) hasta 0,55 euros por título, con solo 0,2 euros en efectivo. Sin embargo, el cambio más significativo es el que se producirá con cargo a 2017 (ver gráfico), cuando retribuirá con dos pagos de 20 céntimos por título y eliminará, por fin, el pago en papelitos que diluye al accionista. Las retribuciones de 2016 y 2017 rentarán un 6 y un 4,4 por ciento, respectivamente, lo que supone situar su rendimiento en línea con el del mercado español y algo por debajo de la media de las telecos y dejar de ser el líder indiscutible por dividendo (ver página 24). La noticia fue bien recibida por los analistas -aunque no por los inversores, ayer sus títulos llegaron a caer un 4,3 por ciento, si bien a cierre perdieron un 1 por ciento-, que consideran que este paso sirve para aliviar su problema de deuda y, sobre todo, para quitarse presión a la hora de desinvertir. La opinión de los analistas “Creo que han tirado del freno de emergencia después de que la salida a bolsa de Telxius no funcionase”, explica Uwe Neumann, analista de Credit Suisse, quien recuerda que “ahora tienen más tiempo para lograrlo [rebajar el endeudamiento] y no vender activos a cualquier precio. Es un paso positivo, en el muy corto plazo puede ser negativo, pero para el año 2017 es bueno”. En Natixis creen que “esta es una decisión inteligente a medio plazo” y le permite “dar un paso adelante en su desendeudamiento, que es una de las principales preocupaciones de los inversores”. Un analista que prefiere no ser citado explica que lo que ha hecho la firma “es evitar la sensación de que es un vendedor forzado y dar un mensaje de que no tiene prisa porque han ganado tiempo”. Así, Telefónica reorienta su proceso de desapalancamiento. “Ya no dependeremos de factores externos”, afirmó el presidente de la compañía, José María Álvarez-Pallete. “Estamos enfocando nuestros objetivos de deuda de forma diferente. Ahora no queremos poner fecha a nuestras metas de desapalancamiento porque esto estaba generando un entorno que no favorecía la toma de decisiones apropiadas para el negocio”, anunció Ángel Vilà, director financiero del grupo, puntualizando que reafirman, “eso sí, el compromiso de mantener una calificación crediticia sólida”. La empresa se centrará a partir de ahora en reducir su endeudamiento de manera orgánica, principalmente a través de la mejora de su flujo libre de caja (free cash flow). Tras acabar los nueve primeros meses del año con 2.315 millones, desde la propia Telefónica esperan que la cifra supere los 4.000 millones a cierre de 2016. Y lo lógico es que continúe al alza en los próximos ejercicios, según señalan fuentes de mercado. De esta forma, la compañía pretende destinar más o menos la mitad de la generación de caja a pagar dividendos y, el resto, a recortar su deuda. Todo para alejar la presión que se había acrecentado en torno a la necesidad de vender activos para poder bajar el apalancamiento. “No quiere decir que no tengamos que hacer otras desinversiones”, aclaró Álvarez-Pallete, que admitió que a partir de ahora no habrá “ninguna prisa para llevar a cabo ningún tipo de operación”. Así, la firma toma distancia con el objetivo de situar su ratio deuda/ebitda en las 2,35 veces, que ahora parece inalcanzable. “Creemos que la fuerte generación de free cash flow lograda en el tercer trimestre y el cambio en la política de dividendos debería aliviar las preocupaciones sobre el rating de Telefónica y su balance financiero”, indican en Citi. Más ahorro, menos ‘payout’ Aunque esta medida no supone el fin de los problemas de Telefónica -acumula una deuda de casi 50.000 millones, según los datos aportados en la presentación de resultados-, sí que permite un ahorro sustancial con respecto a su anterior política de retribución. Suponiendo que este año hubiese mantenido una política igual a la de 2015, la compañía habría abonado 2.270 millones a sus inversores, frente a los 1.300 millones que desembolsará con su nuevo plan. Y si en 2017 hubiese retribuido íntegramente en efectivo, los pagos se habrían acercado a 3.700 millones, en comparación con los casi 2.000 millones que abonará con el pago de 0,4 euros en cash. Además, sitúa su payout (porcentaje de los beneficios destinado a pagar dividendos) de 2017 en torno al 50 por ciento, un nivel más normalizado (ver gráfico). En Bankinter consideran que “se trata de una decisión lógica en un escenario en el que no se producen las tan necesarias desinversiones de activos” y desde Sabadell recuerdan que “el recorte del dividendo dota de una flexibilidad financiera adicional que compensará el posible retraso de la posible opv de O2”. Y es que el consejero delegado de O2, Mark Evans, señaló en declaraciones a la prensa británica: “No estamos comprometidos a un calendario [para la OPV]. Simplemente necesitamos estar preparados por si las condiciones del mercado son las correctas y en ese momento se tomará un decisión”. Otra de las resoluciones tomadas por la compañía capitaneada por José María Álvarez-Pallete es no continuar con su política de amortización de acciones -este mismo mes redujo su capital en un 1,5 por ciento-. “No deben esperar que llevemos a cabo más recompras de acciones de una forma significativa”, explicaron desde la compañía en una conferencia con los analistas. Los cambios de política No es la primera vez que Telefónica anuncia un recorte de la retribución, rompiendo su compromiso con los accionistas. La insostenibilidad del dividendo afloró por primera vez en 2011. En abril de ese año, durante la celebración del Día del Inversor en Londres, la operadora anunció una de las políticas de remuneración más visibles y atractivas de toda la bolsa española, al comprometerse a pagar 1,75 euros por acción, la cifra más elevada entregada nunca por la empresa. Sin embargo, tuvo que dar marcha atrás a sus planes sólo ocho meses después. En diciembre de ese mismo año, la compañía se vio obligada a sacrificar ese dividendo que, desde prácticamente la llegada de César Alierta a la presidencia, se había convertido en sagrado. Telefónica nunca llegó a pagar esos 1,75 euros anunciados, al presentar un recorte hasta los 1,3 euros, a los que añadió un pequeño pago de 0,285 euros, en el que introdujo por primera vez el scrip dividend. Este sacrificio no fue suficiente. Los resultados de Telefónica empezaron a deteriorarse, mientras la sombra de la deuda era cada vez más alargada. Todo ello desembocó en una cancelación del dividendo de 2012 y una rebaja a la mitad para el de 2013. Desde ese momento, la referencia del dividendo para los accionistas de Telefónica ha sido 0,75 euros por acción, mientras el pago con acciones, que tan poco gusta a los inversores institucionales, había pasado de ser un recurso pasajero a instalarse en la política de retribución.