El actual entorno de tipos cero y la erosión que provoca en el margen de intermediación de las entidades financieras ha elevado la incertidumbre que rodea al sector. A la situación de Deutsche Bank, que cotiza en mínimos históricos tras hacerse público que las autoridades estadounidenses podrían imponerle una multa de 12.500 millones de euros, se le une ahora la de Commerzbank, que ya ha perdido un 38 por ciento de su valor en bolsa en lo que va de año. La compañía intentará afrontar la situación con una reducción de plantilla que, tal y como señaló el diario alemán Handelsblatt, afectará a 9.000 de sus 50.000 trabajadores y que se centrará en el aligeramiento del personal administrativo y en la eliminación de su división dedicada a clientes de tamaño mediano. Este ajuste de plantilla, que se realizaría en los cinco próximos años, tendría un coste estimado de alrededor de 1.000 millones de euros, lo que ha motivado que la compañía estudie ahora la posibilidad de suspender el dividendo en 2017. Los analistas del consenso que recoge Bloomberg prevén que la entidad distribuya 0,30 euros por acción el próximo año, lo que implicaría un desembolso total de 376 millones de euros en este concepto. Por este motivo, el banco podría estar planteándose suspender la retribución al accionista con cargo a los beneficios de este año -que los analistas cifran en los 750 millones de euros-. De este modo, la entidad podría volver a cancelar la remuneración como en 2008. La inyección de capital de 18.000 de euros que efectuó el Gobierno alemán provocó que la compañía decidiese no repartir dividendos hasta el pasado mes de febrero, cuando efectuó un pago de 0,20 euros por acción con cargo a los beneficios de 1.085 millones de euros que cosechó el año pasado. Los inversores deshicieron posiciones en el banco en la sesión de ayer, provocando que sus acciones sumasen su tercera jornada consecutiva a la baja. Sus títulos cerraron con una caída del 2,18 por ciento y ya se dejan un 8,6 por ciento en lo que va de septiembre.