Las dos entidades se convierten en bancos comerciales bajo supervisión de la Fedmadrid. Durante décadas, el sector financiero de Estados Unidos vivió a dos lados de una frontera legal fijada en 1934. A un lado, la banca comercial, basada en los depósitos y los préstamos. Al otro, la de inversión, con la exclusiva del negocio de intermediación de valores. Goldman Sachs y Morgan Stanley han borrado este fin de semana el último vestigio que quedaba de esa división. Acuciados por la crisis de liquidez y con la banca comercial atenta a cualquier posibilidad de absorber las últimas dos firmas independientes de Wall Street, las propias Goldman y Morgan dieron el paso de solicitar ficha bancaria y convertirse así en bancos comerciales, sin diferencia regulatoria alguna con Bank of America, Citigroup o Wachovia. El cambio que afrontan Goldman y Morgan, las dos últimas supervivientes de las cinco grandes firmas de la banca de inversión de Wall Street, es mayúsculo. Hasta ahora, su actividad sólo estaba supervisada por la SEC (la Comisión del Mercado de Valores de EEUU), y su regulación era muy laxa. Desde el domingo, y además de la SEC, la Reserva Federal y un buen puñado de agencias del Gobierno podrán escudriñar sus cuentas y exigirles una transparencia mucho mayor en sus operaciones. Toda la regulación bancaria contra la que las grandes firmas de la banca de inversión habían luchado durante años se les aplicará ahora, y por voluntad propia. Además, la normativa de la banca comercial exige reservas de capital y coberturas de riesgo mucho mayores que la de la banca de inversión. Eso, en la práctica, limitará la capacidad de Goldman y Morgan para realizar operaciones de alto riesgo -como la inversión en hedge funds, fondos de gestión libre, el buque insignia de la gran banca de inversión de Wall Street en la última década-, porque a su vez la cantidad de dinero que podrán pedir prestado será menor en relación con sus recursos propios. Por ejemplo, Morgan Stanley tenía al cierre del segundo trimestre un dólar de recursos propios por cada 30 dólares de activos bajo gestión. Ese ratio, en el caso de Bank of America, el mayor banco comercial del mundo, es de sólo 11 a 1. Como contrapartida, y éste es el principal motivo del histórico cambio, las dos entidades podrán cobijarse bajo las alas de la Fed y acudir a sus subastas de liquidez y sus líneas de crédito blando. Desde el pasado marzo, tras la venta de Bear Stearns a JPMorgan Chase, el regulador bancario estadounidense había dado acceso a los bancos de inversión a parte de este tipo de créditos, pero sólo de manera limitada y temporal. Ahora, Morgan Stanley y Goldman Sachs tendrán la posibilidad de obtener dinero a bajo coste para satisfacer sus necesidades de capital. No es la única vía que las dos entidades tendrán para cubrir esas necesidades: el cambio les abre la puerta al negocio de los depósitos bancarios, en el que su presencia hasta ahora era mínima. Su nuevo estatus de banco comercial ha permitido a Morgan Stanley tomarse con más calma las negociaciones que mantenía la semana pasada con diferentes pretendientes, principalmente Wachowia y el fondo soberano chino CIC, que controla un 10 por ciento del capital de la entidad y que negociaba llegar hasta el 49 por ciento. Ahora que tiene acceso a la financiación de la Fed, Morgan puede defender más fácilmente su independencia. Eso sí, sigue buscando soluciones: ayer anunció que el japonés Mitsubishi UFJ tomará una participación de entre el 10 y el 20 por ciento "en cuanto sea posible". Una operación que el diario Times cifra en al menos 9.000 millones de dólares y que permitirá a su nuevo accionista nombrar a un miembro en el Consejo de Administración.