El BCE subió tipos en 2011, justo cuando la crisis de deuda daba sus primeros coletazosLa presidenta de la Fed, Janet Yellen, y sus compinches en el Comité de Mercado Abierto (FOMC) se enfrentan hoy a una de las decisiones más controvertidas de los últimos años. Con una economía creciendo a un ritmo moderado, mientras flirtea con el pleno empleo, y una bolsa que se ha sumado más de 1.220 puntos desde los mínimos de marzo de 2009, una subida de tipos de 25 puntos básicos estaría más que justificada. Sin embargo, las presiones inflacionistas siguen sin repuntar y la reciente volatilidad generada en China hacen sonar los tambores de una posible recesión global en ciernes. Un contexto que hace que muchos expertos y organismos internacionales, entre ellos el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, hayan aprovechado para sugerir a la Fed que retrase la normalización de su política monetaria hasta 2016. Al fin y al cabo, distintos capítulos en la historia moderna demuestran que un arranque anticipado de un ciclo alcista para las tasas de interés puede resultar fatal para la marcha económica del país. Uno de los episodios más evidentes nos traslada hasta 1937, cuando reinició una subida de tipos tras los estímulos y políticas acomodaticias adoptadas para hacer frente a la Gran Depresión. Pese a que la radiografía económica mostraba una solidez implícita, dicha normalización provocó que la tasa de paro creciera desde el 10 al 13 por ciento y la bolsa sufriera una debacle borrando a la mitad las ganancias acumuladas. Otro episodio nos traslada a 1994, cuando la Fed optó por subir los tipos cuando solo el 22 por ciento del mercado esperaba una cambio en su política monetaria. Un hecho que provocó que durante los nueve meses posteriores los rendimientos de los bonos del Tesoro a 30 años subieran más de 200 puntos básicos mientras que aquellos a 10 años sólo sumaron 2,2 puntos porcentuales. El repunte en los costes de financiación afectó a muchas entidades financieras y economías emergentes. Quizás el caso más cercano está en el Banco Central Europeo y la decisión de su ex presidente, Jean Claude Trichet, de subir tipos en 2011. Por entonces, el repunte de los precios de la energía hizo temer un repunte de la inflación, lo que incitó a Trichet a endurecer su política monetaria en un momento en que los primeros coletazos de la crisis de deuda soberana hacían acto de presencia. Mario Draghi, sucesor de Trichet, se vio obligado a recortar tipos a finales de ese año al tiempo que la eurozona entraba en recesión. Otros casos en el mundo Otros bancos centrales como el de Suecia, Noruega, Australia o Israel también obviaron hace cuatro años la importancia de contextualizar sus decisiones de política monetaria en un marco global. Ninguno de estos países contaba con la resaca de burbujas inmobiliarias, crisis de deuda o sistemas financieros en peligro por lo que su intención de normalizar sus políticas monetarias tras el azote de la crisis de 2008 podría estar relativamente justificada. Dicho esto, en el momento en que comenzaron a subir tipos, sus respectivas economías empezaron a debilitarse e incluso llegaron a entrar en recesión, lo que obligó a sus funcionarios a redirigir sus políticas monetarias y reducir tipos en coordinación con el resto de países con problemas.