Era la gran promesa para este año. El lugar en el que todo inversor que quisiera ganar dinero debía estar. Sin embargo, Japón continúa atrapado en un mar de dudas. Es cierto que, al menos, parece haber dejado atrás de forma definitiva el problema de la deflación -caída continuada de los precios- y que eso permitió al Banco de Japón subir los tipos tímidamente, hasta el 0,25 por ciento, el pasado mes de julio. Pero eso no ha bastado. No ha sido suficiente para levantar el ánimo de los consumidores y las empresas niponas. Además, el crecimiento no termina de asentarse y la esperada inversión en bienes de equipo tampoco da mayores señales de vida. Los datos conocidos ayer así lo confirmaron. Por un lado, la economía nipona sólo creció a una tasa interanual del 1 por ciento entre abril y junio de este año, por debajo del 1,2 por ciento previsto y la cifra más baja desde el último trimestre de 2004. Por otro, los pedidos de maquinaria descendieron un 16,7 por ciento en julio, una caída que dice muy poco de la confianza de los empresarios japoneses en el futuro de la economía. Ambas referencias provocaron que el índice más representativo de la Bolsa de Tokio, el Nikkei 225, cayera un 1,78 por ciento, hasta los 15.794,4 puntos. En lo que va de año, este indicador baja casi un 2 por ciento. Al mismo tiempo, agudizaron la debilidad de un yen que continúa de capa caída. Ayer, la divisa nipona perdió un 0,7 por ciento con respecto al dólar, hasta los 117,8 yenes, su tipo de cambio más bajo desde abril. Frente al euro, se depreció un 0,8 por ciento, hasta los 149,5 yenes, con lo que volvió a aproximarse a los mínimos históricos que ya marcó a finales de agosto.