Creció dos décimas frente a la previsión de un 1% y deja muy atrás la mejora de 2014 del 2,4%La economía estadounidense se ha acostumbrado a echar el freno en el arranque de temporada. Si el año pasado vimos como el PIB del país sufrió una contracción del 2,1 por ciento entre enero y marzo, en 2015 podría decirse que el avance casi desapareció por completo. Según informó ayer el Departamento de Comercio, durante los tres primeros meses del año la expansión económica fue de un 0,2 por ciento, muy por debajo del 1 por ciento que esperaba el consenso del mercado. Un hecho que estuvo motivado no sólo por factores climatológicos, como ya ocurrió en 2014, sino por el impacto de la volatilidad en los precios del crudo, la revalorización del dólar y el paro registrado en el principal puerto de la costa oeste del país. Una debilidad contagiosa Un contexto que se ha dejado notar de lleno en las exportaciones, que se contrajeron un 7,2 por ciento entre enero y el mes pasado. "Podríamos ver cambios significativos en las próximas dos revisiones durante los próximos meses, sin embargo la actividad económica seguirá mostrando un comportamiento bastante pobre", advertía Doug Handler, economista jefe de la consultora IHS. De hecho, según sus estimaciones, los datos dados a conocer el miércoles apuntan a que la debilidas se contagiará negativamente a la expansión económica del segundo trimestre. ¿Por qué?, básicamente por el cúmulo de inventarios, cuya aceleración contribuyó 0,7 puntos porcentuales al anémico crecimiento del primer trimestre. "Con la ratio de inventarios y envíos aproximadamente en máximos desde la recesión, probablemente este incremento se debilitará en el trimestre actual", señaló Handler. Para muchos expertos si los inventarios se hubieran mantenido planos, el PIB podría haber experimentado una contracción superior al 2 por ciento. El economista jefe para EEUU de Deutsche Bank, Joseph Lavorgna, coincide con Handler al indicar que la debilidad podría contagiarse al trimestre en curso. "La debilidad en el gasto de capital relacionado con las compañías energéticas es probable que persista en este trimestre y, posiblemente, el próximo, porque el cambio de tendencia en los precios del petróleo comenzó el mes pasado", justifica. Al mismo tiempo añade que "el fortalecimiento en el dólar todavía tiene que ejercer plenamente su influencia en las exportaciones netas". Es por ello que el comercio internacional continuará pesando sobre la economía estadounidense, aunque probablemente no tanto como lo hizo en el primer trimestre del presente ejercicio. Desde la Casa Blanca, Jason Furman, presidente del Consejo Económico, optaba por señalar los puntos fuertes de la economía como son el consumo y la inversiones. "Durante los últimos cuatro trimestres, estos componentes del PIB han crecido un 3,3 por ciento, esto complementa la buena marcha del mercado laboral y la reducción del desempleo", aclaró. Sin embargo, el gasto del consumidor se ralentizó en los tres primeros meses del año hasta avanzar a un ritmo del 1,9 por ciento, un nivel más sostenible que el registrado en el último trimestre de 2014, cuando éste avanzó un 4,4 por ciento. Un hecho que indica que la caída del crudo y el abaratamiento de la gasolina no han impulsado tanto como se esperaba el crecimiento del primer trimestre de 2015. "El mal tiempo en buena parte del país condicionó en cierta medida las decisiones de los consumidores a la hora de comprar o viajar", estima Handler. Por otro lado, la inversión privada fija, uno de los pilares mencionados por Furman, cayó un 2,5 por ciento. En estos momentos parece que el repunte para la economía no llegará hasta el verano cuando el país dejará notar la recuperación en los precios del crudo, que podría impulsar la inversión energética a finales de año. Al mismo, el acuerdo entre patronales y sindicatos en las operaciones del puerto de Long Beach, en Los Ángeles, uno de los mayores del país, ha comenzado a normalizar las operaciones, de ahí que su impacto sobre las exportaciones netas vaya reduciéndose durante los próximos meses. Un hecho al que hay que habría que sumar el freno del rally del dólar, que durante las últimas seis semanas ha moderado su ascenso. De mantenerse esta tendencia, el efecto del encarecimiento del dólar podría disiparse a partir de la segunda mitad del año.