La mayor parte de los indicadores económicos están peor que cuando arrancaron los estímulos del 'Abenomics'Haruhiko Kuroda cumple este fin de semana su segundo año al frente del Banco de Japón (BoJ). Un periodo que ya es el apropiado para poder medir los efectos económicos de las políticas monetarias ultraheterodoxas que ha aplicado al frente de la entidad y que formaban parte de una de las tres flechas del Abenomics. En este periodo la entidad ha comprado prácticamente todos los activos posibles: bolsa, bonos, ETF, reits... Estas inyecciones de liquidez casi han doblado la base monetaria del país, que ha aumentado un 80 por ciento. Nunca antes se había visto una política monetaria tan agresiva, por lo que Japón se convirtió en un auténtico laboratorio para conocer el impacto real de estas decisiones sobre la economía. El efecto fue inmediato en los mercados financieros. El índice Nikkei se ha disparado un 60 por ciento, el yen ha caído un 23 por ciento frente al dólar y los tipos de interés del mercado han descendido con fuerza: las letras con vencimientos hasta 12 meses cotizan con rentabilidades negativas. Tanto han caído, que los inversores nipones han buscado rentabilidades lejos de sus fronteras. De hecho, Japón ha alcanzado a China como gran acreedor internacional de EEUU. Unas cifras que muestran un dinamismo de los mercados financieros que no se recordaban en las últimas décadas. Sin embargo, a la hora de calibrar la situación de la economía del país, la comparativa se tuerce. El objetivo de la entidad era recuperar tasas sostenibles de inflación para salir de años de deflación. En estos dos años el IPC se ha consolidado en tasas positivas, tanto que acumula 11 meses por encima del 2 por ciento, eso pese al descenso del petróleo y de la inflación mundial. ¿Objetivo cumplido? En realidad, no. El principal factor que ha apoyado en el último año la recuperación de la inflación ha sido la subida del impuesto al consumo de hace justo un año. Esto significa que los datos del IPC de abril ya descontarán este factor y permitirán conocer dónde está la inflación real sin el efecto de los impuestos. El análisis se complica Con la inflación en el aire, queda pasar a los siguientes indicadores de la economía. El PIB es la primera parada. Antes de la llegada de Kuroda, en el primer trimestre completo de Shinzo Abe como primer ministro, la economía del país avanzó un 1,4 por ciento. Justo entonces llegó Kuroda y sus estímulos. Dos años después, su PIB crece al ritmo del 0,4 por ciento trimestral después de atravesar una recesión en 2013 provocada, en gran parte, por la subida del impuesto al consumo. Más indicadores, en esta ocasión, de consumo y confianza del sector privado. Las ventas minoristas que avanzaban al 1,1 por ciento interanual antes de la llegada de Kuroda, caen ahora un 1,8 por ciento. Los ingresos reales de los hogares se han debilitado por el mayor coste de la vida, pasando de un crecimiento del 1,8 por ciento interanual a caer un 0,7 por ciento en febrero, después de marcar su decimoséptimo mes consecutivo de descensos. La balanza comercial tampoco ha conseguido recuperarse ni aún con la caída del yen, ya que las importaciones se han encarecido. De un déficit de 356.897 millones de yenes, ha pasado a 425.036 millones. De hecho, desde el propio Banco de Japón, algunas autoridades han mostrado su incomodidad por la caída tan vertical del yen. Sin duda, el efecto de la subida del impuesto al consumo ha supuesto un duro golpe para la economía nipona, pero las políticas del Banco de Japón todavía no han dado los resultados esperados y está por ver si algún día lo puedan conseguir.