La única opción infalible para proteger la paridad de la corona contra el euro es 'resignarse' a entrar en la eurozonaPara que una caja de galletas danesas siga costando tres euros en el supermercado, podría ser necesario que Dinamarca aceptase su entrada en el euro. ¿La seguiría comprando por 5 euros? Ese es el gran problema que tiene el sector exportador: su gran dependencia del tipo de cambio. Dinamarca es un país pequeño y con una gran integración económica con la eurozona y con los países nórdicos. Una situación que llevó a sus autoridades monetarias y políticas a decidir que la mejor estrategia era unir su divisa al nuevo proyecto de la Unión desde los años 70, primero vinculada al marco y desde 1999, al euro. La paridad está fijada en 7,46 coronas por euro, con una banda de fluctuación de más/menos 2,25 por ciento. Desde la creación de la moneda común, el Banco Nacional de Dinamarca (DNB) siempre consiguió mantener el tipo de cambio cerca de la paridad central, pero en las últimas semanas, el mercado ha presionado mucho. Tanto, que la entidad tuvo que intervenir en febrero con 172.000 millones de coronas (más de 23.000 millones de euros) para equilibrar la entrada de flujos. El desencadenante de estas presiones ha sido el Banco Central Europeo (BCE) con su programa billonario de compra de bonos: "La entidad condiciona la estrategia de todos los bancos centrales europeos", explica Francisco Vidal, jefe de Análisis de Intermoney. David contra Goliat La lucha de los bancos centrales de los países europeos contra el BCE es como la de David contra Goliat. El tamaño de la entidad de la eurozona es tan grande que con solo dos meses de compra de activos con el nuevo QE empleará más liquidez que todo el balance de activos que tiene el Banco Nacional de Dinamarca. Esto significa que si el mercado canaliza una pequeña parte de estas inyecciones de liquidez hacia el país, desbordará toda la capacidad de la institución danesa de actuar como un espigón contra el tsunami de Fráncfort. Una posible respuesta sería: levantemos más ese espigón, o lo que es lo mismo, adoptemos estímulos monetarios tan fuertes que sirvan para contrarrestar a los del BCE. Sin embargo, esta estrategia es imposible, ya que generaría tales desequilibrios en el sistema financiero y en la economía que podría condenar al país al desastre. "Dinamarca ha cruzado las fronteras de lo conocido y se dispone a romper las barreras de lo imaginable junto con Suiza", advierte Wojciech Golecki, economista y experto en política monetaria. La esperanza que le queda a Dinamarca es mantener la paridad durante unos meses y así convencer de su fortaleza. El problema es que las inyecciones del BCE acaban de empezar y durarán un año y medio más, ¿demasiado tiempo? Lo que está claro es que el DNB no puede seguir inyectando coronas al mercado y elevando su balance al ritmo actual: ha subido un 50 por ciento en lo que va de año. Vuelta al principio: ¿Están dispuestos a comprar los mismos productos daneses a un precio mayor? Suiza no tuvo más alternativa que aceptar una ruptura del techo de su divisa en enero, pero Dinamarca tiene otra opción. El país lleva más de una década en el Mecanismo Europeo de Tipos de Cambio II, el último paso antes de entrar en el euro. Podría decidir dar el salto a la moneda común y olvidarse de luchar por mantener la paridad. Desde el punto de vista económico, una incorporación del país a la divisa única tendría muchas ventajas y pocos inconvenientes. Los contras son pocos porque el país está ya sin independencia monetaria, ya que está obligado a seguir los pasos del BCE. "Aunque Dinamarca no sea miembro del Eurosistema, de facto debe responder a cada medida que adopte el BCE sin tener voz alguna en sus decisiones", explica Golecki. Pero la decisión de aceptar o rechazar el euro no recae sobre los economistas, sino sobre el pueblo danés. Los ciudadanos dijeron "no" al Tratado de Maastricht en 1993 y al euro en el año 2000. En los últimos meses han surgido algunas voces favorables a su incorporación a la moneda común. La primer ministro danesa, Helle Thorning-Schmidt, ha repetido en numerosas ocasiones que el país "debería" aceptar su entrada en el euro, ya que el país "ganaría más influencia en temas importantes que afectan directamente a los daneses", como es la política monetaria del BCE.