Las plataformas de trading se autorregulan en un entorno legislativo vago que no es capaz de adaptarse a la rapidez a la que evolucionan los sistemas tecnológicos y productos financieros. Instituciones como ICE o CME han de estar en continua lucha contra miembros de mercado que intentan vulnerar sus sistemas. Acaban de prohibir una serie de actuaciones que consideran "contratación turbulenta". La paradoja viene de que estas plataformas viven de la liquidez y de las órdenes de estos agentes.