Tras la espera de la temporada de resultados del segundo semestre, toda la atención ha ido dirigida a un solo banco, capaz de demostrar el efecto arrastre de la bolsa. En un mes el valor de Espirito Santo ha caído a la mitad, pero no fue hasta el jueves, cuando caía un 17 por ciento, cuando el regulador decidió suspender su cotización. Ahora existen dos vías: que la espera haga difícil quitar la mancha y evitar nuevos rumores que devuelvan el miedo a los inversores, o salir adelante relegando esta situación al olvido.