madrid. Agosto ya está aquí. El mes vacacional por excelencia comienza esta semana. Las playas se llenarán de sombrillas, las terrazas de clientes... Parece como si el mundo se detuviera. Pero no es así. Al menos, no del todo. Hay ámbitos donde la actividad apenas decae. Y si no, que se lo pregunten a los bancos centrales. Las turbulentas aguas de la inflación obligan a los 'vigilantes de los tipos' a extremar su labor, de ahí que no se puedan tomar descanso ni por estas fechas. De hecho, esta misma semana habrá doble ración de reuniones. Los miembros del Banco de Inglaterra y del Banco Central Europeo (BCE) se verán las caras el 3 de agosto. En el primer caso, se espera que la institución británica no modifique el precio del dinero, que de este modo seguiría en el 4,5 por ciento. Más confuso es el panorama en torno al BCE, aunque, en principio, la opción más probable es que se decante por elevar los tipos un cuarto de punto, hasta el 3 por ciento. Se trataría del cuarto repunte de la misma magnitud desde el pasado 1 de diciembre. Pero, sobre todo, ese movimiento rompería la cadencia que parecía que había tomado el banco. Hasta la fecha, el BCE había aumentado los tipos una vez por trimestre: en diciembre, marzo y junio. Por lo tanto, el siguiente movimiento no debería producirse hasta septiembre. Sin embargo, las presiones crecientes sobre los precios, que se encuentran en el 2,5 por ciento, podrían motivar ese adelanto. Además, un hecho deja entrever que el BCE va a incrementar los tipos. Habitualmente, la reunión de agosto se celebra mediante una videoconferencia. Este año, sin embargo, va a ser presencial... Por algo será, ¿no?