El petróleo y el conflicto en Oriente Próximo disparan las estrategias defensivasMADRID. Adiós a la nueva cocina. El temor que suscita la escalada del petróleo y el conflicto en Oriente Próximo está provocando que los inversores huyan de comidas exóticas y se decanten por la receta a la que se ha recurrido toda la vida para tratar de sortear los tiempos de convulsión. En ella siempre suelen destacar dos ingredientes, el dólar y el oro, y el momento actual no supone ninguna excepción. ¿El motivo? José Luis Martínez, estratega en España de Citigroup, tiene la respuesta: "De nuevo la búsqueda de refugio ante la incertidumbre internacional". Para los inversores, principalmente los grandes fondos de inversión, esta reacción no encierra mayores dificultades: en un momento en el que la inestabilidad se impone, lo mejor es cubrir las inversiones con aquellos activos que aporten la mayor seguridad posible. En ese terreno, prácticamente nada puede competir con el dólar y el oro, que pasan a ganar peso en las carteras en detrimento de las inversiones más arriesgadas, como las realizadas en países emergentes. Un medio más que un finEsta estrategia es la que está impulsando la cotización de la moneda norteamericana y del metal precioso. Ayer, la primera se revalorizó un 1 por ciento con respecto al euro, hasta los 1,252 dólares -o 0,798 euros por dólar-, su valor más alto desde finales de junio. En el conjunto de las tres últimas sesiones, el dólar acumula una subida del 2,2 por ciento frente al euro. Con respecto al yen, la divisa estadounidense se apreció un 0,85 por ciento, hasta los 117,1 yenes. "Si la economía mundial se frena con fuerza o surge algún motivo que dispare la incertidumbre, el dólar saldría beneficiado porque los inversores huirían de los riesgos", aseguraba Stephen Jen, economista jefe de divisas de Morgan Stanley, en una reciente visita a Madrid. En este sentido, el apetito de los inversores por comprar dólares es más un medio que un fin. Ellos buscan los refugios más seguros posibles, y la deuda pública norteamericana satisface esa necesidad. Eso sí, para comprar bonos, antes deben adquirir dólares, circunstancia que motiva la fortaleza de la moneda norteamericana en las últimas jornadas. Al mismo tiempo, este comportamiento explica la reciente caída de las rentabilidades en la deuda pública estadounidense, puesto que las compras de bonos provocan una caída de los rendimientos. Ayer, la rentabilidad de los bonos a dos años se encontraba en el 5,11 por ciento, mientras que la de los bonos a dos años estaba en el 5,07 por ciento. Hace dos semanas, ambos rendimientos superaban el 5,2 por ciento. Ida y vueltaEn el caso del oro, su tradicional consideración de activo refugio rivaliza actualmente con la volatilidad que está sufriendo como consecuencia de la actuación de los hedge funds -fondos de inversión libre-, que incluyen al metal precioso entre sus objetivos predilectos. Esta pugna quedó perfectamente reflejada ayer. Por la mañana, cuando el barril del petróleo marcaba nuevos máximos históricos más allá de los 78 dólares, la cotización del oro se disparó hasta los 676 dólares por onza, su precio más alto desde mediados de mayo. Por la tarde, no quedaba ni rastro de esa fortaleza, ya que el oro pasó a intercambiarse a 649 dólares.Esa oscilación no fue más que una fiel réplica de lo que le ocurrió al petróleo, un movimiento que subraya la vinculación que existe en los mercados entre los precios ambas materias primas. Si durante la primera parte del día el crudo campaba a sus anchas por encima de los 78 dólares, por la tarde pasó a moverse entre los 76,2 y los 77 dólares. Dos factores determinaron este cambio de signo. En primer lugar, la posibilidad, difundida por la cadena de televisión Sky News, de que pueda encontrarse una solución diplomática en los próximos días a la crisis militar entre Israel y Líbano. Posteriormente, el informe mensual publicado por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) contribuyó a sosegar los ánimos en torno al crudo. Según los cálculos de la OPEP, la demanda de petróleo en 2006 crecerá un 1,66 por ciento con respecto al año pasado, el mismo incremento que ya había pronosticado en el estudio del mes pasado. Pero, sobre todo, la organización anunció que para 2007 espera que la demanda sólo crezca un 1,3 por ciento. Este hecho, unido a la posibilidad de que los países de la OPEP puedan aumentar su oferta, podría propiciar una moderación de los precios del petróleo durante el próximo ejercicio.