El campo de batalla en que se ha convertido en los últimos meses el universo financiero ha recordado a muchos inversores la existencia de la trinchera de la deuda pública a largo plazo. El fuego bajista que ha sobrevolado las bolsas ha provocado que muchos hayan buscado refugio en los bonos. Este comprensible éxodo, que los expertos denominan huida hacia la calidad, ha sido mucho más apreciable en los títulos a corto plazo. Así, por ejemplo, la rentabilidad actual de los bonos españoles a dos años ha pasado del 4 al 3,37 por ciento en los doce últimos meses. Este descenso de los rendimientos, que ha sido mucho más acusado en el caso norteamericano, resulta de las fuertes compras producidas, ya que en este mercado la rentabilidad baja cuando el precio de los títulos repunta. Entre los efectos de este proceso destaca una, a la que los analistas se refieren como la positivización de la curva de rendimientos. Traducido, esto significa que la rentabilidad de los títulos a corto plazo es más baja que la de los bonos a largo plazo. Así, si usted trazara una línea entre ambos rendimientos, actualmente obtendría una recta ascendente, cuando en los dos últimos años era plana e incluso descendente. Para los inversores, esta variación arroja una consecuencia que pueden aprovechar: la rentabilidad de la deuda a largo plazo es manifiestamente mayor que la de sus hermanos pequeños. Por ejemplo, hace un año los bonos españoles a diez años apenas pagaban 10,9 puntos básicos más -100 equivalen a un punto porcentual- que los títulos a dos años, por lo que resultaba más interesante -y lógico- invertir en los segundos. En cambio, esa diferencia se ha ampliado ahora hasta los 76 puntos básicos -ver gráfico-, una brecha que incrementa el atractivo de los activos a diez años. Si, además, se tiene en cuenta que el mercado descuenta recortes de los tipos de interés de la zona euro en los próximos meses, el gancho de los títulos a diez aún crecería si esa premisa se cumple. Más aún si se aprovechan los rebotes puntuales de los rendimientos. Cazar ahora unos rendimientos entre el 4,2 y el 4,25 por ciento puede ser un chollo ante lo que puede venir.