Italia desembolsa los intereses más altos desde 1997 por sus bonos a cinco añosmadrid. Tres oportunidades han tenido los inversores para reaccionar a las soluciones que se acordaron en la cumbre de todas las cumbres, la que la Uníon Europea celebró el jueves y viernes de la semana pasada en Bruselas. Y las tres jornadas han arrojado la misma conclusión: esas soluciones están lejos de ser suficientes. Las pruebas son muchas. Los índices bursátiles cerraron ayer su tercera consecutiva en números rojos, tras no encontrar el apoyo para remontar la sesión en Wall Street; las materias primas sufrieron en sus cotizaciones el miedo a que una recesión paralice la demanda; el Tesoro italiano volvió a rascarse el bolsillo para colocar su deuda, y el euro volvió a convertirse en la diana de los inversores que quieren demostrar su falta de confianza en la eurozona. Tal fue el castigo que ayer sufrió la moneda única que cerró la sesión por debajo de los 1,30 dólares. Concretamente, no se veía un valor tan bajo como los 1,2987 dólares de ayer desde el 11 de enero, lo que implica que, de mantenerse esta tendencia bajista que dura ya tres sesiones consecutivas, el euro se encamina a sus mínimos anuales, situados en los 1,287 dólares. De momento las previsiones de los expertos están claras: la época en la que el euro se mantenía al margen de la crisis de la eurozona ha desaparecido y el único destino que le espera es el de seguir perdiendo valor frente al billete verde. "El euro se depreciará al año que viene hasta los 1,20-1,25 dólares, lo que me lleva a pensar que no será un buen año para las materias primas", afirmaba recientemente Keith Wade, economista jefe de Schroders. Y de momento así está siendo, ya que la apreciación de ayer del dólar provocó fuertes caídas en el precio de muchas materias primas (ver información adjunta). El 'rally' precumbre se esfuma ¿Qué pasó ayer que fue interpretado de manera tan negativa por los inversores? Se siguió cumpliendo el aforismo de comprar con el rumor y vender con la noticia, hasta el punto que con el cierre de ayer, el Ibex, que despidió la sesión en los 8.162 puntos tras retroceder un 1,75 por ciento, volvió ya a niveles del 28 de noviembre. Es decir, ha anulado el fuerte rebote que protagonizó al calor de la eurocumbre. Similares caídas se vieron también en el Dax alemán, que cayó un 1,72 por ciento, y más pronunciadas fueron las registradas por el Cac francés (-3,3 por ciento) o el Ftse Mib italiano, que perdió un 2,8 por ciento. En ello no solo influyó la recogida de beneficios que están protagonizando los inversores. Tampoco gustó el enésimo rumor que apuntaba a que ahora sí Standard&Poor's podría recortar el rating a Francia y quitarle por tanto la triple A. Sin olvidar el mal resultado que arrojó la subasta de deuda italiana. A Italia le sale cara su deuda Porque, aunque en ocasiones parezca que no, los inversores sí discriminan. Vamos, que encuentran diferencias entre las distintas alternativas hacia las que dirigir su dinero. Anteayer, por ejemplo, España emitió más letras de las que había previsto, a un coste inferior al de noviembre y con una demanda histórica. Viendo este resultado, Italia, que ayer salió al mercado para colocar bonos a cinco años, podría prometérselas felices. Pero no fue así. El Tesoro transalpino lo pasó verdaderamente mal. Primero, por las peticiones, que se limitaron a 4.250 millones de euros, con lo que apenas cubrieron 1,4 veces los 3.000 millones que se había propuesto como objetivo máximo y que finalmente consiguió. Y segundo, porque una demanda tan ajustada, combinada con los recelos que despierta Italia, se tradujo en que tuvo que pagar los intereses más altos desde 1997. En concreto, los bonos salieron con un rendimiento del 6,47 por ciento, por encima del 6,29 por ciento de noviembre. Prolongó así el mal sabor de boca que dejó la subasta de letras del lunes, en la que pagó un 5,9 por ciento; al día siguiente, a España sólo le costó un 4,05 por ciento lanzar los mismos títulos. Ante el gigantesco desafío que encarará el Tesoro italiano en 2012, año en el que afrontará unos vencimientos por valor de 320.000 millones de euros, el vía crucis en el que se está convirtiendo cada emisión anticipa un calvario para el país transalpino. Más aún, si persisten las dudas de los inversores hacia la sostenibilidad de sus finanzas públicas. Ayer, esa desconfianza provocó que la prima de riesgo italiana, medida por el interés adicional que exige el mercado a sus bonos a 10 años con respecto a los alemanes, subiera de los 465 a los 487 puntos básicos -óo4,87 puntos porcentuales-. Si esta brecha ya dificulta la financiación de las arcas italianas, su relevancia es aún mayor porque la prima española se tensó mucho menos, al pasar de los 368 a los 377 puntos básicos. Por tanto, la diferencia entre la rentabilidad de los bonos italianos y españoles superó de nuevo los 100 puntos básicos, otro síntoma de que el mercado, en efecto, discrimina. Examen a largo plazo El Tesoro español confía en que esa diferenciación se mantenga hoy, jornada en la que va a subastar obligaciones con vencimiento en enero de 2016, abril de 2020 y abril de 2021. Con esta operación, se ha propuesto captar entre 2.500 y 3.500 millones. En noviembre, emitió obligaciones a 10 años al 6,97 por ciento y a comienzos de diciembre, títulos a cinco años al 5,54 por ciento. Ayer, estas referencias se encontraban en el 5,7 por ciento y el 4,9 por ciento, respectivamente, con lo que es posible que hoy los costes de financiación se abaraten.