El mercado permanece instalado en una lógica que considera que es bueno el crecimiento a toda costa y que las recesiones son el infierno en la tierra. The Economist dio hace unos meses la voz de alarma, al preguntarse si los bancos centrales no se equivocan al tratar de evitar las recesiones, porque pueden ser positivas para la economía a largo plazo. ¿Positivas? Hay que rescatar al legendario economista Joseph Schumpeter y su teoría de la destrucción creativa, que sostiene que las recesiones son naturales y necesarias para que el ciclo productivo se renueve: las empresas obsoletas quiebran y liberan capital para nuevas empresas y nuevas tecnologías. Algo que los economistas adoran en el nivel micro pero que rechazan de plano en el macro. Sin embargo, una recesión ahora en EEUU tendría bastantes ventajas según el columnista de Marketwatch Paul Farell: 1Purgar los excesos de la burbuja inmobiliaria: la parte más dolorosa, porque las recesiones traen desempleo, bajada de salarios y beneficios y quiebras de empresas. Pero Farell cree que es inevitable por culpa de las excesivas bajadas de tipos que ejecutó Alan Greenspan, que provocaron la burbuja. 2Reacción del dólar: un giro de la tendencia bajista de la divisa reviviría la credibilidad de EEUU. "Los avisos de China, Francia, Irán, Venezuela y la supermodelo Bundchen (la que pide cobrar en euros) no han hecho reaccionar a Washington; una recesión lo hará". 3Amortizaciones masivas: sacarán a la luz que la banca de EEUU está jugando con 300.000 millones de dólares en derivados, que esconde 100.000 millones de activos de crédito fuera de balance más otros 300.000 ocultos por todo el mundo. Amortizarlo todo sería una oleada de transparencia. 4Disciplina fiscal: EEUU ha vivido por encima de sus posibilidades y una recesión recortaría los ingresos fiscales, lo que obligaría al Gobierno a reducir el gasto. 5Cura de humildad: en las tendencias alcistas, los inversores se limitan a seguir la corriente y muchos se creen genios. Las bajistas destruyen muchos egos y estimulan estrategias racionales a largo plazo. 6Fin de las actuales agencias de calificación: los masivos conflictos de interés de las firmas de rating las han puesto al servicio de las empresas, que son las que pagan, no de los inversores. Lo mejor es que desaparezcan. 7China: una recesión en Estados Unidos provocaría el mismo fenómeno en China, que se daría cuenta de que la primera economía mundial no va a endeudarse eternamente para financiar su crecimiento. De este modo también se ralentizaría el frenético ritmo de inversión de sus reservas. 8Reconocer la inflación real: la crisis acabaría con la farsa de la inflación subyacente para endulzar la realidad de los precios. 9Salarios exagerados: acabaría con los escandalosos sueldos de los que han gozado los grandes ejecutivos, que serían inviables en una recesión. 10 Reforma de la Seguridad Social: el Congreso tendría que tomarse en serio el desastre que se avecina por el envejecimiento de la población. Una recesión ahora evitaría una depresión después. 11 Consumo racional: los consumidores dejarían de vivir por encima de sus posibilidades y cobrarían conciencia de que la deuda que han acumulado resulta excesiva. Y empezarían a ahorrar. 12 Vuelta a la regulación: los lobbies han sustituido a las leyes, pero la desregulación total no funciona, como demuestra la crisis de crédito, el oscurantismo de los hedge funds -fondos de inversión libre- la ausencia de impuestos al capital riesgo, el fracaso de las agencias de rating, las hipotecas de alto riesgo -subprime-, etc. 13 Cultura de sacrificio: según el consejero delegado de Wells Fargo, John Stumpf, los norteamericanos han dado lo mejor de sí mismos en crisis como la Gran Depresión o la Segunda Guerra Mundial, cuando tienen que hacer sacrificios. Ahora volverían esos tiempos, ya que el impacto de la burbuja tecnológica ha sido aplazado por las bajadas de tipos de interés y de impuestos, lo que ha permitido esta nueva crisis crediticia.