Su salida no es oficial, pero el banco estaría buscando ya sustitutosnueva york. Cuando Stan O´Neal, consejero delegado de Merrill Lynch (ML), dio a conocer la semana pasada los peores resultados de la historia del banco de inversión, notó cómo los pilares de la firma comenzaban a temblar. Una pérdida trimestral de 2.240 millones de dólares y unas provisiones de 8.400 millones de dólares para hacer frente a la tormenta desatada por las hipotecas basura estadounidenses han sido la gota que ha colmado la paciencia de los inversores y manchado con un gran borrón de tinta sus impecables 93 años de historia. La que en su día fuera calificada como "Madre Merrill" gracias a su excelente funcionamiento y sus buenos resultados, ha sufrido un descalabro que ha puesto en entredicho el liderazgo y la gestión de O´Neal al frente de la compañía. Desde luego, sus resultados del tercer trimestre supusieron la crónica de una muerte anunciada para su consejero delegado. La pérdida de dinero -los títulos de Merrill se dejan 2,82 dólares- se ha convertido en la nueva forma de asegurarse el despido en Wall Street y el CEO de esta entidad, nieto de un ex esclavo, no ha cumplido sus objetivos. Por supuesto, los rumores que apuntaba el New York Times sobre una posible fusión entre Merrill y Wachovia, liderada por O´Neal sin consultar con el resto de su equipo, fueron la carta de suicidio que ha puesto al ejecutivo en la puerta de la compañía, eso sí, con una indemnización asegurada de 153 millones de dólares, aunque podría asecender hasta los 250 millones. En plena marea corporativa, en Merrill ya se hacen quinielas para encontrar un nuevo líder. Entre los favoritos se encuentra John Thain, consejero delegado de la NYSE; Bob McCann, director de inversiones del banco; Laurence Fink, CEO de BlackRock, o Armando M. Codina, CEO de Flager Development y uno de los cuatro miembros del comité de gobierno de Merrill.