Las amenazas del hijo de Gadafi se cumplen y los muertos ya superan los 250trípoli. Hace una semana, parecía imposible que estallase una revuelta contra Muamar el Gadafi. Todavía parecía más difícil que ésta pudiese alcanzar Trípoli, capital del país y bastión del dictador. Sin embargo, los jóvenes han perdido el miedo al Gobierno, y ahora Libia huele a guerra civil. El bombardeo al que la aviación del ejército libio sometió a los manifestantes en las calles de Trípoli, que provocó la muerte de al menos 250 personas según la televisión Al Jazeera, dejó muy claro que el Gobierno cumple sus amenazas: el hijo del dictador, Saif al Islam al Gadafi, que hace menos de 18 meses apostaba por la llegada de la democracia, advertía ayer de que "ríos de sangre" recorrerían las calles del país si no se ponía fin a "la sedición". Y así fue. En medio de tanto caos, de tanta violencia y de tanta sangre, emergió la figura de dos héroes, dos pilotos de las fuerzas aéreas libias que decidieron desoír las órdenes del Gobierno y, en lugar de bombardear a los manifestantes, prefirieron desertar y huir a Malta, donde aterrizaron entre la expectación de los testigos. "Hemos huido del infierno. No queremos disparar contra nuestra propia gente", explicaron los pilotos, dos veteranos coroneles, a los militares que los recibieron. Asimismo, aseguraron que escaparon tras recibir la orden de bombardear Benghazi, la segunda ciudad más importante de Libia, y que presuntamente estaría en manos de los manifestantes antigubernamentales, según el Times of Malta. Mientras estos dos héroes, como eran definidos en las redes sociales, huían, sus compañeros se ensañaban con los manifestantes. "Lo que estamos presenciando hoy es inimaginable. Aviones y helicópteros militares están bombardeando un barrio tras otro", aseguró Adel Mohamed Saleh, un hombre que se declara activista anti-Gadafi, contactado por Reuters. El testigo explicó que los bombardeos se suceden "cada 20 minutos" y están produciendo "muchísimos muertos". Con esta respuesta el Gobierno de Gadafi enterró las esperanzas de los ciudadanos del país, que horas antes soñaron con el fin del régimen después de que el ministro de Justicia dimitiese por su desacuerdo con la represión de los manifestantes en la madrugada del domingo al lunes, después de que la población hiciese oídos sordos a las amenazas del hijo del dictador.s Más información relacionada con este tema en www.eleconomista.es