MADRID. A veces en las finanzas, como en los deportes, se pasa de la euforia al pesimismo en cuestión de horas. Telefónica cerró la semana pasada con una subida del 5,4 por ciento en sólo dos días. Sin embargo, la alegría le ha durado poco. Apenas unos minutos después del cierre del viernes, Standard & Poor´s le puso en perspectiva negativa la calificación de deuda, una decisión que ayer también tomaron los analistas de Moody´s. Así, las dos mayores agencias de calificación crediticia del mundo (su trabajo consiste en calcular las probabilidades que tiene una compañía de repagar el dinero que le han prestado) han colocado a Telefónica en una situación muy delicada por culpa del fuerte plan de aumento del dividendo (pretende duplicarlo para 2009), anunciada el viernes en una conferencia con inversores. Entre el lunes y el martes la acción ha caído un 1,5 por ciento, hasta 12,47.Malas notasCuando estas entidades ponen en vigilancia negativa un ráting es como cuando un profesor le dice a un alumno: "Si no te veo mejorar en los próximos días, te suspenderé". Para Telefónica el suspenso consistiría en una bajada de su calificación financiera, que ahora mismo Moody's tiene en Baa1 y Standard & Poor´s en BBB+. Estas notas todavía suponen una situación adecuada, pero que empieza a ser arriesgada, y además están lejos de las Aes que solía obtener hasta que entre finales de 2005 y principios de 2006 consumó la compra de la británica 02, en la que se ha gastado 26.000 millones de euros. ¿Por qué le quieren suspender ahora? Porque la compañía se está comprometiendo a repartir en 2009 más de 4.000 millones de euros, cuando todavía debe a sus acreedores más de 50.000 millones. El problema es que al valor no le quedaba otro remedio que hacer este movimiento para poder competir con la alta rentabilidad por dividendo de sus rivales France Telecom y Deutsche Telekom.