El sector sufre excesos de capacidad, con un sector industrial que no incrementa su consumo Las grandes compañías son europeas, con una recomendación en su mayoría de mantener madrid. Las eléctricas europeas han sido tradicionalmente un refugio para los inversores. Los cuantiosos dividendos han convertido a estos valores en títulos defensivos en tiempos de crisis, pero se ha producido un punto de inflexión. Los expertos han rebajado las previsiones de beneficio de los gigantes energéticos debido al exceso de capacidad instalada, que choca con una demanda que no termina de arrancar, la caída de la actividad industrial, los requisitos mediombientales a la hora de competir con mercados que no tienen estos compromisos y, sobre todo, el retraso de la recuperación en Europa y los ajustes económicos de los diversos Estados miembros de la Unión Europea. La situación de incertidumbre del Viejo Continente, desatada por la crisis griega, ha empeorado la situación para las eléctricas. Según un reciente informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), el regreso al crecimiento no está siendo uniforme y Europa es el alumno rezagado. Y concretamente, el 80 por ciento de las grandes eléctricas son europeas. Según explica el documento, la desconfianza sobre sus finanzas públicas y el hecho de que no está siendo capaz de aprovechar, como Estados Unidos y Japón, el tirón de los países emergentes le han situado a la cola de la recuperación. Por este motivo, el Producto Interior Bruto (PIB) de Europa solo aumentará un 1,2 por ciento en 2010 y un 1,8 por ciento en 2011, por debajo del 3,2 por ciento que se calcula para la primera potencia mundial para los próximos dos años o del 3 por ciento y el 2 por ciento que espera para Japón. Y hay quien está aprovechando el actual momento de los mercados, como China, Brasil y Rusia, cuya previsión es crecer doble dígito. Así, según el consenso de mercado que recoge FactSet, la previsión de beneficio para 2010 para las grandes compañías llega a caer en torno al 20 por ciento respecto a las estimaciones de principios de año, como es el caso de EDF, GDF Suez, E.ON, Enel o RWE. Para la eléctrica española Endesa, el descenso de la previsión de beneficio es del 16,35 por ciento, mientras que para Iber- drola es del 11,9 por ciento. Estos gigantes energéticos han invertido millonarias cifras de dinero en sus instalaciones para una demanda que cesó de crecer durante diez años, hasta que cayó en caída libre con la crisis bursátil que se desató hace dos años. Por tanto, más de la mitad de los megavatios que han instalado estas eléctricas están ociosos y, de hecho, en los primeros meses del año, en España, uno de los países más acusados por la crisis, el 10 por ciento de las horas de generación han tenido un coste cero. Y el quid de la cuestión de esta problemática se encuentra en el consumo industrial, que ha sido el más afectado por la recesión. Se trata de sectores intensivos en consumo de energía, como son los bienes de equipo, el papel, la siderurgia, la química, el automóvil, los azulejos o el cemento y que concentran el grueso de la demanda energética (40 por ciento del total). Sin embargo, la caída de su producción ha creado un efecto dominó en las previsiones de las cuentas de las eléctricas. Los expertos entienden que las peticiones industriales continuarán afectadas por la caída del euro y por peores indicadores provenientes de los Estados Unidos. Así, no ven cerca una recuperación de la actividad industrial en Europa. Asimismo, una menor inversión pública, producto de las medidas de austeridad, podría impactar negativamente en la industria. A esto se le suma la mayor incertidumbre respecto a Europa, que también podría implicar menor inversión privada. Ahora bien, para Asia las perspectivas son buenas. China tiene tasas de crecimiento robustas y las inversiones en infraestructura de India son claramente una fuente de demanda de metales industriales. Por su parte, el sector manufacturero de Sur Corea, Taiwan, Malasia y Tailandia continúa enviando señales positivas. En Latinoamérica, la actividad económica continúa acelerándose. El repunte en inversiones como por ejemplo en infraestructura, llevará claramente a una mayor demanda de metales industriales. Para más inri, uno de los aspectos que más ha perjudicado a la industria en Europa son las exigencias de cumplir con los compromisos de reducción de emisiones, concepto que, por el contrario, no tiene que adquirir la industria china y por tanto no tiene que asimilar ningún coste en la compra de derechos de CO2. Así quedó demostrado en la Cumbre de Copenhague sobre el cambio climático, donde Europa mostró su compromiso de reducir emisiones en un 30 por ciento, mientras que los mercados más contaminantes como China contaron con el beneplácito del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien pacto con el país un acuerdo de compromiso "insuficiente y no vinculante", tal como ha sido calificado a escala mundial. Por tanto, el sector eléctrico tardará en volver a su época dorada en la bolsa y las previsiones no son muy halagüeñas a pesar de que en el primer trimestre del año se vislumbraron visos de recuperación.