Los bancos demuestran que continúan sin fiarse unos de otros al depositar 316.163 millones de euros en la entidadmadrid. Dice el refrán que no hay peor cuña que la de la misma madera. Y algo -mucho- de eso existe ahora en la banca europea. Conscientes de las dificultades que arrastra el sector y de que la crisis fiscal de la región sólo agrava los problemas, las entidades siguen sin fiarse unas de otras. Esta realidad provoca que prefieran llevar su dinero al Banco Central Europeo (BCE) antes que prestárselo a otros bancos, una práctica de lo más común antes del estallido de la crisis financiera y que ahora se ha convertido en un deporte de riesgo para la industria. La última demostración de esta tendencia se observó durante la última semana. Según los datos comunicados ayer por el BCE, las entidades situaron 316.163 millones de euros en la facilidad de depósito de la institución monetaria, la cifra más alta de la historia. Además de por su magnitud, esta cifra sorprende porque las entidades conducen su dinero al BCE pese a que éste sólo remunera ese dinero con un 0,25 por ciento. En opinión de los expertos, este hecho demuestra la ausencia de confianza vigente en el sector, que permanece a la espera de ver cómo evoluciona la crisis fiscal en la eurozona y conocer el resultado de las novedades regulatorias para reabrir el grifo interbancario. Y esto, a su vez, mantiene la actividad crediticia hacia el sector privado bajo mínimos, puesto que el flujo de financiación mayorista permanece atascado. En consecuencia, y pese a que obtendrían una rentabilidad mayor si los bancos acudieran con esa liquidez hacia otros rincones de los mercados financieros, se decantan por la seguridad de llevar ese dinero al BCE. Operación drenaje Además, la entidad presidida por el francés Jean-Claude Trichet siguió adelante ayer con su programa de drenar la liquidez que está inyectando a través de las compras de deuda pública en los mercados secundarios. La cantidad retirada a través de una subasta de depósitos se situó en los 35.000 millones de euros, que es la cantidad que ha destinado hasta la fecha a su cometido de intentar estabilizar los mercados de deuda pública y privada, tras las tensiones sufridas en las últimas semanas, mediante la adquisición de títulos. La entidad sustrajo esa cantidad a cambio de un interés del 0,28 por ciento, ligeramente por encima del que ofrece en la facilidad de depósito. Con estas retiradas de liquidez, el Banco Central Europeo intenta evitar las presiones inflacionistas que se podrían derivar de la introducción de nuevas cantidades de dinero en la economía a través de las compas de deuda. Constancio, vicepresidente La actividad del BCE también estuvo marcada por la sustitución en la vicepresidencia de la entidad. Ayer se hizo efectivo el relevo del griego Lucas Papademos, que ha ocupado ese cargo durante los ocho últimos años, por el portugués Vítor Constancio. El desembarco del banquero luso supone, a su vez, que Carlos Costa pasa a convertirse en el nuevo gobernador del Banco de Portugal, cargo que hasta ahora ocupaba el nuevo número dos del BCE. Al mismo tiempo, estos movimientos parecen anticipar que el sucesor de Jean-Claude Trichet, que dejará la entidad en noviembre de 2011, será el presidente del Bundesbank alemán, Axel Weber.