¡Vaya semanita! Muchos habrán podido amortizar por fin ese paraguas que nunca entendieron por qué compraron en su momento a un precio tan alto. Otros hasta se habrán puesto el chubasquero que les regalaron hace tiempo, quizá en su último cumpleaños, y que no habían estrenado todavía porque venía acompañado con ese gorrito a juego que les parecía tremendamente hortera, pero que ahora han encontrado tan útil. Eso sí, la lluvia no sólo se ha dejado sentir en la calle. También se ha notado en los mercados financieros, sobre todo en los de deuda pública. En su caso, además, llueve sobre mojado, ya que las ventas vistas esta semana prolongan la tendencia iniciada en la segunda mitad de 2005. Y este entorno es el que ha llevado a las rentabilidades de los bonos hasta su punto más alto de los últimos años, ya que el rendimiento de estos títulos sube cuando su precio baja con motivo de las ventas. En el caso español, la rentabilidad de los bonos a diez años ha repuntado esta semana del 4,36 al 4,42 por ciento, el nivel más elevado desde junio de 2004. Y en las letras a doce meses el rendimiento ha llegado ya hasta el 4,27 por ciento. Al otro lado del Atlántico los inversores también han aligerado el peso de la deuda pública a largo plazo en sus carteras. Así, el rendimiento de los bonos a una década ha pasado del 4,8 al 4,86 por ciento, la mayor rentabilidad desde enero. Esta lluvia vendedora sigue abonando terreno, en forma de rendimientos más altos, para cuando llegue la cosecha compradora. De momento, sin embargo, no parece que vaya a dejar de llover sobre la deuda pública.