madrid. El mercado ha demostrado en las dos últimas semanas que tiene la sensibilidad a flor de piel. Sube y, sobre todo, baja con una facilidad y una vigorosidad pasmosas, algo que técnicamente se conoce como 'volatilidad'. Este comportamiento puede catalogarse como lógico -al menos relativamente-, después de que el principal timonel de los mercados internacionales, la Reserva Federal (Fed) estadounidense, haya dado algunos bandazos inesperados en el último mes. Y esas dudas de la Fed se han transmitido a unos inversores que sólo tienen clara una cosa: la evolución de los tipos dependerá de los datos económicos. Aplicando esta máxima, los mercados se enfrentan esta semana a varios datos fundamentales procedentes del otro lado del Atlántico. Entre ellos, destacan los correspondientes a las cifras de empleo de mayo. En concreto, la clave reside en los empleos que ha sido capaz de generar la primera economía mundial durante este mes. ¿Por qué son tan importantes? Porque, en abril, el mercado laboral norteamericano lanzó una clara señal de desaceleración. Sólo creó 138.000 puestos de trabajo, frente a los 200.000 esperados. Tras este precedente, si EEUU vuelve a generar en mayo menos empleos de los previstos, que son 170.000, la Reserva Federal tendría un argumento adicional para frenar temporalmente la subida de los tipos. De ser así, las compras regresarían a la bolsa y la deuda pública norteamericana y el dólar podría sufrir otro episodio bajista. Pero también puede ocurrir lo contrario: que la creación de empleo sea más fuerte de la esperada. Entonces, los tipos podrían volver a subir..., y la bolsa, a bajar.