New Century, que hizo temblar a la bolsa de EEUU, termina en una muerte anunciadaNueva york. La agonía ha durado más de lo previsto, pero el cobijo de New Century bajo el capítulo once de la bancarrota estadounidese ha sido la crónica de una muerte anunciada. Una enfermedad terminal que, por supuesto, hizo hace unas semanas que los índices norteamericanos se tambaleasen y que el fantasma de la recesión cobrara fuerza en la economía norteamericana. Finalmente ayer, el gigante estadounidense especializado en la entrega de las temidas hipotecas subprime, se erigía como el más claro ejemplo de la crisis que el mercado inmobiliario ha provocado entre el sector financiero, en especial, entre la compañías centradas en la entrega de hipotecas basura. Esta decisión ha sido el culmen a un cúmulo de desventuras, que han obligado a la firma a tener que recomprar todas las multimillonarias hipotecas concedidas por sus acreedores, entre los que se incluyen Goldman Sachs.El plan de reorganización de New Century se hizo efectivo de inmediato y tendrá como primeras víctimas colaterales a los cerca de 3.200 trabajadores, cerca del 54 por ciento de su plantilla, que perderán su empleo. Por otra parte, la empresa informó de su intención de vender su plataforma y parte de sus servicios financieros a Carrington Capital Management por 139 millones de dólares, una decisión que pende de la aprobación del tribunal de bancarrota que estudia el caso. Además, de forma independiente, New Century dio a conocer que tanto CIT Group como Greenwich Capital Financial Products han accedido a facilitar a la firma hipotecaria cerca de 150 millones para que la compañía pueda mantenerse en el negocio mientras reorganiza sus operaciones. Muchas empresas, como New Century, se han especializado en hipotecas a personas cuyo débil historial crediticio les hacía poco aptas para poder optar a ellas en condiciones normales. El problema que ha colapsado este mercado surgió cuando gran parte de los clientes comenzaron a no pagar sus hipotecas, algo que provocó que las propias compañías no pudieran financiar a su vez los créditos ofrecidos por grandes entidades financieras.