Un sector de un increíble crecimiento marcado por las crisis de dos gigantesMADRID. No fue un premio Nobel, no. Ni siquiera el economista más laureado del mayor banco de inversión. El padre de los hedge funds fue... un periodista. Su nombre es Alfred Winslow Jones y se le considera el padre de los fondos libres por ser el primero en combinar la toma de posiciones alcistas y bajistas en bolsa, para eliminar el riesgo propio del mercado y jugársela al movimiento de una acción frente a otra. Además, fue pionero en endeudarse para poder aumentar las rentabilidades -lo que se conoce como apalancamiento- y en invertir a través de vehículo societario que compartía con otros ahorradores, rasgos comunes que hoy mantienen los hedge funds.Aunque la idea se le ocurrió en 1948, mientras escribía un artículo para la revista Fortune sobre tendencias de inversión, y en la década de los 60 hubo una explosión de interés por estos productos, Jones no ha vivido el auténtico despegue de estos fondos. En 1990, un año después de su muerte, los hedge funds apenas gestionaban 39.000 millones de dólares en todo el mundo. A finales de año, esta cifra se ha elevado hasta 1,43 billones de dólares, según datos de HFR, una cifra mayor que el PIB español.Un crecimiento que ha estado respaldado por las elevadas rentabilidades de estos productos y, sobre todo, por su excelente comportamiento entre 2000 y 2003, cuando de media obtenían rentabilidades positivas mientras las bolsas se desplomaban.Pero este crecimiento no ha sido tranquilo. En 1998 la quiebra de Long-Term Capital Management, un fondo en el que tomaban las decisiones dos premios Nobel y brókers muy reconocidos, casi desestabiliza el sistema financiero, mientras que en el segundo trimestre de 2006 Amaranth perdió 6.000 millones de dólares por jugársela a la subida del gas natural, desatando una crisis en el sector. Frecuentes sobresaltos que han dado a los hedge un sentido peyorativo, injusto para muchos de estos fondos que sólo buscan preservar el capital.