¡Señoras y señores, con ustedes, un año más, Japón! La historia se repite cada mes de enero. Casi se ha convertido en una tradición dentro de los mercados financieros situar al país del sol naciente como una de las grandes promesas para el nuevo ejercicio. "Esta vez es la buena. Va a ser el año de Japón", se viene escuchando desde hace más de una década. Sin embargo, nunca termina de rematar la faena. Así, por ejemplo, el índice bursátil Nikkei 225, que en 2005 había subido un 40 por ciento en medio de un entorno optimista, volvió a las andadas en 2006, ejercicio en el que apenas sumó un 6 por ciento. Las sombras regresaron a la economía japonesa durante el último año, y esa incertidumbre pasó factura a las cotizaciones. Pese a esta decepción, 2007 comienza con ánimos renovados. Para saber si esta actitud responde a que la esperanza es lo último que se pierde o si realmente tiene argumentos fundados, el país asiático afronta hoy un día clave: el Banco de Japón (BoJ) anuncia si sube o mantiene los tipos de interés. La medida tiene gran importancia tras la deflación -caída de los precios- que padeció el país, y que obligó al BoJ a situar el precio del dinero en el 0 por ciento, o cerca, entre 1999 y 2006. El año pasado, los precios por fin se despertaron, lo que permitió al banco central elevar los tipos hasta el 0,25 por ciento. Para hoy, los pronósticos se inclinan por un repunte, hasta el 0,5 por ciento. Pero hay dudas. La inflación sigue sin dar demasiado margen, y como el Banco de Japón se pase de rosca podría resucitar el fantasma de la deflación. Ahora bien, si no los sube, dará la sensación que la entidad no las tiene todas consigo..., un año más.