La rentabilidad de los títulos a corto plazo supera a la de los bonos a diez añosmadrid. Los estudiosos de la deuda pública deben estar frotándose las manos. Desde ayer, la zona euro se suma a la lista de mercados, entre los que ya figuran Estados Unidos y Reino Unido, en los que la rentabilidad de los títulos a corto plazo supera a la de los bonos a diez años. Este inusual fenómeno, conocido técnicamente como curva invertida, no se veía en la eurozona desde agosto de 2000. El mercado que mejor reflejó este extraño comportamiento fue el alemán. Al filo del mediodía, la rentabilidad de los títulos a un año escaló hasta el 3,76 por ciento debido a las ventas de los inversores, puesto que en los mercados de deuda el rendimiento de los productos sube cuando su precio baja. En ese mismo momento adelantó a la rentabilidad de los bonos germanos a diez años, que se mantenía en el 3,74 por ciento. Había que remontarse hasta agosto de 2000 para ver los intereses de los títulos alemanes a corto plazo por encima de sus hermanos mayores. En esa ocasión fueron los títulos a dos años los que rebasaron a la deuda a una década. En otros países, como el español, estuvo a punto de ocurrir lo mismo. Así, la rentabilidad de las Letras a un año ascendió hasta el 3,73 por ciento, frente al 3,74 por ciento de los bonos a diez años. InquietudAunque la aproximación de los rendimientos a corto y largo plazo lleva meses fraguándose, su plasmación definitiva despertó las dudas en la zona euro por los malos presagios que acompañan a la curva invertida. Dos elementos alimentan esa fama: el carácter excepcional de esa situación y su consideración como indicador adelantado de recesiones económicas. En los mercados de deuda pública, la línea que une la rentabilidad de los diferentes títulos existentes -las Letras a tres, seis, doce y dieciocho meses, y los bonos a dos, cinco, diez o más años- se llama curva de rentabilidades. Lo habitual es que ésta dibuje una pendiente ascendente, ya que lo normal es que los títulos a un plazo más largo abonen unos intereses mayores. Esta rentabilidad adicional es el premio que reciben los inversores por prestar su dinero durante más tiempo y estar expuestos por ello a mayores riesgos, de ahí que la curva suela ser más alta conforme mayor es la vida del título en cuestión. Sin embargo, hay momentos en los que este proceso se altera. Ocasionalmente, el rendimiento de las letras a corto plazo iguala o supera al de sus hermanos mayores. Cuando se equipara, los expertos hablan de un aplanamiento de la curva; y cuando va más allá se refieren a una curva invertida o inversión de la curva de rentabilidades, porque ésta ya no tiene una tendencia ascendente sino descendente. Este fenómeno ha reaparecido en la zona euro por la subida de los tipos de interés a cargo del Banco Central Europeo (BCE). Desde diciembre de 2005, la institución europea los ha elevado del 2 al 3,25 por ciento, una evolución ante la que los inversores han decidido ir vendiendo los títulos que tenían en su poder y esperar a los que se emitieran conforme los tipos fueran subiendo, porque ofrecerían una rentabilidad más alta conforme los intereses aumentaran. Aunque esa repuesta ha afectado a los títulos a corto y largo plazo, las ventas se han dejado sentir más en los primeros, cuya sensibilidad con respecto a los tipos oficiales es mayor. Este distinto impacto explica por qué los intereses a corto plazo han ido comiendo terreno poco a poco a los de los bonos a una década. El futuro está en la curvaPero hay más. Como aseguran los expertos, "la curva de rentabilidades habla". Más aún, "anticipa el futuro, porque los intereses a largo plazo recogen las expectativas del mercado". En este caso, si bien resulta normal que los inversores vendan las Letras para tratar de pescar unos rendimientos mayores en las futuras emisiones, ¿por qué no hacen lo mismo con los bonos? Por un lado, porque las previsiones sobre la subida de los tipos son limitadas. Por el momento, los pronósticos más osados los sitúan en el 4 por ciento en abril de 2007. Es decir, el mercado no prevé muchos más aumentos, motivo por el que los inversores no venden bonos con tanta decisión, ya que no esperan rentabilidades mucho más altas. La segunda parte de esta argumentación es la que otorga tan mala fama a la curva invertida. Consiste en que si los inversores se contentan con los rendimientos actuales se debe a que intuyen no sólo que los tipos no subirán mucho, sino que bajarán en un breve plazo de tiempo para hacer frente a los problemas económicos que puede padecer esa economía. O sea, como antídoto para salir de la crisis. En estos momentos, con la economía de la zona euro creciendo a su mayor ritmo en cinco años, esa amenaza parece remota. Sin embargo, el último precedente demuestra que la economía de la zona euro se frenó con fuerza entre 2002 y 2003..., como había predicho la curva invertida en agosto y septiembre de 2000.