Los inversores buscan cobijo y esperan más bajadas de tipos de los bancos centralesPocos expertos lo han comentado públicamente, pero más de uno no descartaba que la deuda española a 10 años llegase a ofrecer un 0 por ciento, o incluso una rentabilidad negativa, en este escenario sin precedentes. Esto significa que los inversores estén dispuestos a comprar deuda que en su día emitió el Estado español –y que está cotizando ahora en el mercado secundario, donde se intercambian los títulos– sin nada a cambio, o incluso pagando por tenerla. Este miércoles ese hito quedó muy cerca de producirse, ya que el rendimiento del bono español a una década se desplomó hasta un nuevo mínimo histórico, en el 0,17 por ciento (llegó a caer hasta el 0,12 por ciento en el día). El apetito por la renta fija está siendo voraz. En una sola sesión, el interés en el bono español bajó 6 puntos básicos; con ello, los inversores ganaron un 0,6 por ciento por la subida del precio. Aunque ya venía de atrás, en dos semanas la rentabilidad se contrae 18 puntos básicos, dejando ganancias del 1,7 por ciento, y en el año retrocede 124 puntos (ver gráfico). El comportamiento es similar en la deuda de otros países. La de Alemania, Portugal o Irlanda también ha alcanzado nuevos mínimos históricos. El rendimiento del Bund, por ejemplo, se desplomó hasta el -0,58 por ciento y los inversores llegaron a pagar por comprar deuda a una década de Irlanda, uno de los que en su día fue denostado a formar parte de los PIIGS (así se llamó al grupo de Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) y que incluso tuvo que ser rescatado. En España, cotizan en negativo todas las referencias hasta los ocho años."Definitivamente, algo está fuera de control", alerta Matti Greenspan, analista senior de mercados de eToro, quien destaca que en solo tres meses el volumen global de deuda en negativo "ha pasado 10 a 15 billones de dólares y ha crecido un 200 por ciento desde Halloween, realmente terrorífico".Las razonesDos hechos han propiciado este inédito contexto. El último no escapa a nadie. Las disputas comerciales que han reanudado EEUU –imponiendo más aranceles– y China –devaluando el yuan– han devuelto los miedos a una recesión y, con ellos, los inversores han huido de las bolsas buscando refugio en activos como el oro o los bonos. Otra de las derivadas de todo esto es que los bancos centrales se vean forzados a apresurar nuevos movimientos ante la presión a la baja que pueda sufrir la inflación.Precisamente, el otro motivo que explica el comportamiento de los bonos se esconde en las últimas decisiones de los bancos centrales. Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo (BCE) fue precavido en la reunión de julio, al no poner en marcha ninguna medida adicional, pero sí allanó el camino para hacerlo en septiembre, cuando podría recortar los tipos y anunciar un nuevo programa de compras de deuda (el conocido como QE). Los mercados se rinden ante un comprador como el BCE. La teoría es sencilla: presionará al alza los precios de los bonos –cuando esto ocurre, la rentabilidad que se puede obtener baja–. De ahí que los inversores sigan entrando en renta fija con la esperanza de seguir ganando, pese a los altos precios y a que muchos expertos inciden en que este QE tendrá menos efecto.La política monetaria de la Reserva Federal (Fed) también ha cambiado. Su presidente, Jerome Powell, rebajó el precio del dinero el pasado 31 de julio por primera vez en 11 años. Y, aunque matizó que este no sería el inicio de un largo ciclo de recortes, el mercado descuenta que se verá obligado a realizar dos nuevas rebajas antes de que acabe el año. La primera, ya en la próxima cita de septiembre. "La mayoría culpa a los bancos centrales como el BCE y el Banco de Japón (BoJ), que están gravando las reservas excesivas de los bancos con tasas de depósito negativas y han hecho que los bonos sean más escasos al eliminarlos del mercado a través de sus programas de compra", señala Joachim Fels, asesor económico global de la gestora de fondos Pimco. "Sin embargo, los bancos centrales no son los villanos sino las víctimas de los impulsores fundamentales que hay detrás de las tasas de interés bajas y negativas", añade. El experto ya no ve absurdo pensar que los bonos estadounidenses puedan adentrarse también en terreno negativo. Y es que desde que regresó la tensión comercial, los inversores se han refugiado en la deuda de EEUU; su rentabilidad a una década ha pasado de rondar el 2 por ciento al 1,6 por ciento en el que se mueve ahora, tan solo 8 puntos básicos por encima del papel a 2 años."Los bonos están poniendo en precio un deterioro significativo del panorama global de crecimiento", considera Esty Dwek, jefa de estrategia global de mercados en Dynamic Solutions, filial de Natixis IM.