Tras los buenos resultados de los test de estrés, el apetito por el riesgo se refuerza. Panorama que ha llevado a los bonos españoles a 10 años a cotizar por debajo de su media anual del 4,12% y los seguros contra impago (CDS) por debajo de los 200 puntos por primera vez en dos meses. Pero no a todos les sienta bien el nuevo escenario. Las ventas dominan entre los bonos refugios donde destacan los activos alemanes: la rentabilidad de la deuda a 10 años sube un 10% desde su mínimo anual de junio.Los inversores están optando por diversificar sus carteras ya sea invirtiendo en bolsa, que ofrece oportunidades cada vez más claras, o aprovechando las altas rentabilidades que ofrecen los bonos de los países periféricos frente a los considerados refugios. Estos movimientos se están traduciendo en un ajuste de precio entre la deuda soberana de los diversos países. Mientras que los países periféricos se han convertido en una especie de faro de rentabilidad, los bonos refugio pierden atractivo debido a que cotizan con un rendimiento mínimo. Nuevos retos para los países 'refugio' Puede que se convirtieran en las estrellas de la renta fija durante la crisis soberana al ofrecer seguridad, pero tras los resultados de los test de estrés de la banca europea y la distensión del mercado, sus rendimientos resultan insuficientes para inversores ávidos de oportunidades. Esto plantea nuevos retos para los países refugio que se enfrentan a un mercado con apetito por el riesgo. Después de todo, son ahora los países considerados seguros como EEUU, Canadá, Inglaterra y en especial Alemania los que deberán demostrar al mercado que vale la pena invertir en su deuda en vez de hacerlo en países como España, donde la relación rendimiento/riesgo es mucho más interesante y en donde los temores sobre un posible impago continúan moderándose -tras ocho sesiones a la baja consecutivas, los seguros contra impago (CDS) españoles cotizan a 175 puntos básicos, su nivel más bajo desde mediados de mayo-. Esto se ha traducido en la huída de los bonos refugio para invertir en bolsa o en renta fija periférica, etc. Con ello, los bonos alemanes no ha hecho más que perder valor, lo que se traduce en un incremento de la rentabilidad en un10% desde que marcar su mínimo anual marcado a principios de junio. Algo que se repite con los bonos canadienses, estadounidenses y británicos, cuyos rendimientos suben más de un 5% desde su cota mínima de 2010. Y ante esta situación, deberán decidir si encarecer sus próximas emisiones para ofrecer rentabilidades que cubran con las expectativas de los inversores, o tomar la decisión de no colocar toda la deuda que tenían previstos. Algo a lo que tuvo que enfrentarse Alemania en la última subasta de obligaciones a 30 años celebrada el pasado 22 de julio. Entonces, la Agencia Federal de Finanzas (AFF) pretendía captar 4.000 millones de euros, pero la demanda se limitó a 3.764 millones. Por ello, y para cumplir con su objetivo de recaudación, hizo falta que el Bundesbank, el banco central de Alemania, acudiera a la operación y se quedara con 805 millones de euros.