Ochenta muertos en Pakistán en venganza por Bin Laden
El primer atentado suicida en Pakistán desde la muerte de Bin Laden el 2 de mayo reforzará la opinión extendida de que su eliminación no erradicará la violencia porque Al Qaeda no está centralizada y seguirá inspirando a otros grupos, como los talibanes paquistaníes, que están diseminados por todo el mundo y unidos por una misma ideología.
"Esta es la primera venganza por el martirio de (...) Bin Laden. Habrá más", dijo el portavoz talibán Ehsanulah Ehsan por teléfono desde una ubicación no revelada.
La bomba que un suicida llevaba encima estalló poco después del amanecer, cuando los reclutas estaban a las puertas de la academia, en la localidad de Charsada, de donde salían para el descanso del fin de semana.
"Se trata de un atentado suicida", dijo Nisar Sarwat, responsable policial de Charsada, una localidad comercial rodeada de campos de trigo situada a 135 km de la capital, Islamabad.
Uno de los atacantes suicidas iba en motocicleta y la policía está investigando otras informaciones que dicen que el segundo también iba en moto, dijo.
De los fallecidos, 65 eran reclutas. Un total de 60 personas estaban heridas.
En el último ataque importante en Pakistán, un país inestable con una economía estancada, dos suicidas talibanes mataron al menos a 41 personas en un santuario sufí el 3 de abril en un ciudad del centro del país.
Un impulso renovado de los extremistas es lo último que Pakistán necesita ahora.
La operación de las fuerzas especiales estadounidenses para matar a Bin Laden avergonzaron al Gobierno y al Ejército paquistaní, que están bajo presión para explicar cómo fue posible que el líder de Al Qaeda viviera en una localidad que era un puesto militar, Abbottabad, situada a unas horas de distancia en coche de la sede de inteligencia en Islamabad.
Estados Unidos, que ha cuestionado la disposición de Pakistán como socio contra la guerra estadounidense contra el extremismo, proporciona millones de dólares de ayuda a Islamabad.