Una joya de la naturaleza a menos de diez minutos de Madrid
- Se pueden ver especies protegidas como el búho real o el águila imperial
- Es uno de los bosques mediterráneos mejor conservados de Europa
EcoDiario.es
El Monte de El Pardo lo tiene todo para disfrutar de la naturaleza sin necesidad alejarse de la capital de España. Resulta un tanto singular que a escasos cinco kilómetros de un núcleo de población tan grande como es Madrid se puede encontrar una zona de tanto valor natural y con especies animales que rehúyen el contacto con el ser humano.
El Monte de El Pardo se caracteriza por ser uno de los bosques mediterráneos mejor conservados de Europa. Según Patrimonio Nacional, este enclave cuenta con aproximadamente 15.821 hectáreas (1.000 hectáreas abiertas al público) que se encuentran a lo largo del margen izquierdo del río Manzanares. Además, existen zonas de aparcamiento, varias rutas ecológicas, miradores y áreas de recreo, lo que permite la contemplación de fauna y flora con relativa facilidad por su elevada densidad de fauna.
En este bosque y cerca de su embalse se puede avistar a la cigüeña negra, un ave protegida cuya presencia en España es muy escasa, concentrándose casi toda la población en Extremadura. Esta cigüeña, a diferencia de su prime la cigüeña blanca, tiene la mayor parte del plumaje negro, las patas y el pico rojo y su tamaño es levemente inferior.
Más allá de la cigüeña negra, también se puede contemplar el águila imperial, el buitre leonado, el buitre negro (mucho más escaso), milano real, milano negro y otras rapaces de gran interés. Este monte fue declarado en 1987 Zona Especial de Protección para Aves (ZEPA).
Además, en el Monte de El Pardo se pueden visualizar con gran facilidad jabalíes, gamos y ciervos, animales que se han expandido con gran facilidad ante la ausencia de depredadores naturales como el lobo o el lince ibérico. Con un poco más de dificultad también se pueden observar zorros, tejones, ginetas o garduñas, que suelen tener una vida más nocturna.
Por otro lado, entre las especies de reptiles destacan la culebra de escalera, el lagarto ocelado y la lagartija cenicienta. El lagarto ocelado es el más grande de los lagartos europeos y su caza ha llegado a estar penada con multas de 6.000 euros. Antiguamente, este lagarto era considerado como un manjar en algunas zonas rurales de España. En 1994 se hizo famoso el caso de un vecino de Pozuelo que fue multado con un millón de pesetas (6.000 euros) por cazar un largarto ocelado para comérselo. Finalmente, Joaquín Leguina, por entonces presidente de la Comunidad de Madrid, indultó este ciudadano.
Un bosque muy Mediterráneo
El Pardo es un monte mediterráneo con una especie dominante, la encina, y con un tratamiento, el de dehesa, que es absolutamente compatible con la conservación de la naturaleza y con las especies que habitan en él, según explicaba el ingeniero forestal Tomé de la Vega a Efe durante una entrevista.
Según destacan desde la web de Patrimonio Nacional, además de la encina, conviven quejigos, enebros y alcornoques y en los sotos, fresnos, sauces y chopos. Las especies arbustivas predominantes son las jaras, las retamas, los labiérnagos, los romeros y los cantuesos.
La historia de el Monte de El Pardo
Según cuentan desde Patrimonio Nacional, con la reconquista del actual territorio madrileño por Alfonso VI a los musulmanes, entre 1083 y 1085, se repueblan las laderas de la sierra del Guadarrama siendo también el espacio del Monte de El Pardo motivo de conflictos entre la Villa de Madrid y la presión de Segovia. Probablemente, el uso cinegético de este enclave estaría vinculado a la Corona desde hace cientos de años. Así el Libro de la Montería de Alfonso XI menciona con elogio estos montes en razón de la caza existente.
A partir de la construcción de una zona de caza en 1405 por Enrique III se considera a este enclave propiedad Real, marcando los linderos de la propiedad en diferentes ocasiones durante el siglo XV. Finalmente es la Real Cédula de Felipe II, en 1571, la que determina su superficie y zonas de protección que son ampliadas mediante compras de terreno durante el siglo XVII.
La protección del Monte culminaría con el cerramiento, o construcción de la actual valla de casi 100 kilómetros de perímetro, durante el reinado de Fernando VI, aunque paralelamente se incorporan mediante compra otros espacios colindantes.
El 'coto cerrado' que suponía el Monte de El Pardo se altera también al comienzo del pasado siglo con el destino de espacios en la ribera del Manzanares para fines deportivos o científicos creándose un corredor que une Madrid con el núcleo urbano de El Pardo, señalan desde la web de Patrimonio Nacional.