Materias Primas
El oro cae un 38% desde los máximos... mientras en las joyerías mantiene su precio
Esta materia prima no para de bajar desde hace dos años, pero los descensos no se trasladan a la venta de joyas en la mayor parte de los establecimientos.
La gasolina sube como un cohete y baja como una pluma. Esta conocida frase se aplica al mercado de los combustibles, que suelen tardar en contagiarse de las bajadas que experimenta el petróleo en el parqué, algo que aprovechan las petroleras para incrementar sus márgenes de beneficio mientras el crudo les sale más barato y, sin embargo, la gasolina tarda más tiempo en ajustar su precio a la materia prima. En cambio, una de las relaciones más escandalosas de asimetría entre el precio del recurso básico y el producto final es la que ocurre en las joyerías, donde las caídas que experimenta el oro durante los últimos años no se han trasladado al precio de las joyas elaboradas con este metal precioso.
Lejos queda ya aquel momento en que los expertos soñaban con una onza de oro en los 2.000 dólares. Este metal precioso ha sufrido un descalabro desde que la Reserva Federal de Estados Unidos comenzase su retirada los estímulos para encaminarse hacia la normalización monetaria.
Desde los máximos históricos que alcanzó el precio de la materia prima en septiembre del año 2011 -llegó a superar los 1.900 dólares por onza-, el precio del oro ha caído cerca de un 38 por ciento, lastrado por su condición de activo refugio, que lo presenta menos atractivo para los inversores estos años en los que parece que la crisis empieza a quedar atrás. Los descensos más pronunciados tuvieron lugar en 2013, cuando el oro cayó casi un 29 por ciento en el año, siendo este el primer ejercicio de caídas desde el año 2000 y la bajada anual más fuerte en más de 30 años.
Este contexto no preocupa a William Rhind, consejero delegado de World Gold Trust Services, quien deja claro que el oro "está regresando a sus fundamentos". "Llegamos casi a los 2.000 dólares hace unos años debido a la crisis financiera. Los miedos de entonces se han disipado y los precios han caído, pero aún así tenemos un mercado fuerte para el oro, debido a sus fundamentos", aclara a este periódico.
Según explica este experto, el mercado del oro vuelve a sus orígenes fundamentales. "Ahora es un activo menos demandado como forma de cubrir riesgos y más atractivo por su valor como commodity a largo plazo". "Es un material precioso, el coste minero para conseguir una onza oscila entre los 1.200 y 1.300 dólares, por lo que nos encontramos cerca del coste marginal de producción mientras tenemos una demanda sólida. Es por ello que el mercado está muy bien posicionado en estos momentos", asegura.
De hecho, Rhind indica a elEconomista que el mercado del oro físico registró una demanda récord el año pasado, principalmente de países como China e India. "Este año esperamos ver algo similar y quizás el segundo año de la historia con más demanda, debido al insistente interés de estos dos países".
En estas circunstancias, algunos se preguntan si el vaivén a la baja en los precios de este metal precioso desde el año pasado también se ha sentido a pie de calle. Según explica a este periódico Tomer Regev, director de Merchandising de Carelle, una joyería que produce y diseña sus propias piezas en el corazón de Manhattan, "realmente no vemos un incremento significativo en las ventas cuando los precios del oro caen". De hecho, de acuerdo a Regev se produce el efecto contrario. "La caída en los precios del oro también suele generar dudas a la hora de comprar piezas de joyería", indica.
En este mismo sentido, un alto cargo de un conocido establecimiento de la calle Serrano de Madrid también cree que abaratar el precio de las joyas es una política comercial equivocada. Ni siquiera le interesan los cambios que experimenta el precio de la materia, ya que desconoce los descensos del metal durante los últimos años. En esta importante joyería se mantiene una política de precios al margen de lo que haga el oro en el mercado financiero, ya que consideran que "no quedaríamos bien si en un corto periodo de tiempo se aprecia un descenso en el precio de una misma joya".
Esto parece ser la habitual en el centro neurálgico de este negocio en la capital española. En otra joyería de la misma calle, explican que el precio de una alianza -una joya con escasa elaboración- no se ha abaratado durante los últimos años, y que de momento se mantendrá estable. Incluso destacan que lo más probable es que suba durante los próximos meses. En este establecimiento destacan que en ningún momento durante la crisis se han visto obligados a bajar los precios de sus productos, ya que el cliente habitual siguió comprando a pesar de todo.
En esta última afirmación se encuentra la base de la política de no abaratar los precios, que podría tener su origen en un fundamento lógico, si se tiene en cuenta que estos productos no suelen estar orientados a personas que escatimen en gastos -además del valor añadido que genera el diseño de la pieza, que en muchos casos es tan elaborado que se comercializa como un producto artístico-. El cliente objetivo en muchos casos busca ostentar e ir de rebajas a comprar estos selectos productos no es precistamente la idea que tienen en mente. Un ejemplo que ilustra esto con claridad es el reloj Rolex Split Second Chronograph, el producto más caro de la historia de la marca suiza, que fue comprado el pasado año en una subasta en Ginebra por más de 1,15 millones de dólares, y está hecho en su mayor parte de acero inoxidable.
Además, según informan fuentes del sector, son turistas que vienen de Asia los que acuden cada vez más a comprar joyas en España, especialmente ciudadanos rusos y chinos, adinerados y con poca intención de escatimar en gastos.
Sin embargo, para otros joyeros como Xavier Ricolfi, cofundador y director de la marca de Joomi Lim, la caída del oro se traduce en una caída en los precios del producto final que, en ocasiones y según la temporada, puede incrementar las ventas. Dicho esto advierte a elEconomista que "el ciclo completo desde la creación de la joya desde su diseño hasta su salida al mercado suele ser tan largo que las fluctuaciones en los precios del oro suelen absorberse antes de sacar una colección al mercado".
Compras masivas
Esto último también explica el desinterés de algunos joyeros por tratar de traducir los cambios de precio de la materia en sus productos. Fuentes del sector destacan que las joyerías no acuden habitualmente al mercado a comprar la materia prima, sino que llevan a cabo compras masivas de oro, y en función de esa compra se establece un rango de precio al que se comercializará el producto final.
Hay que tener en cuenta que un particular que quiera vender una joya sí se expondrá a los descensos del oro, todo lo contrario de lo que ocurre a la hora de ir a comprar a las joyerías, ya que los establecimientos que se dedican a comprar las piezas de segunda mano sí recogen los cambios que experimenta la materia prima.
El factor positivo para los joyeros está en su capacidad de poder bajar los precios, manteniendo los márgenes al mismo nivel o incluso aumentarlos. Al fin y al cabo, teóricamente, los precios más bajos impulsan las ventas, aunque no es la norma en este sector, como hemos visto anteriormente. Un efecto negativo para los joyeros está en las mercancías de oro compradas antes de 2013, en plena cúspide del fervor del oro, antes de que llegaran los descensos para el metal. Amanda Gizzi, portavoz de la patronal Joyeros de América, incide en que es muy importante tener en cuenta que hay un retraso antes de que la caída de los precios del oro se reflejen en los precios al por menor de joyería.
"No es como la caída en los precios del crudo y la gasolina", reconoce. "El minorista debe poner el precio necesario para recuperar su inversión", añade. La caída del precio del oro afecta de forma más directa a la joyería con alto contenido de este metal precioso y con una rotación constante de inventario, como brazaletes o anillos. Es precisamente por las fluctuaciones en los precios de este metal que algunas joyerías prestan especial atención a su inventario, intentando que este sea lo más ajustado posible por lo que pueda pasar.