El oro se adapta a todas las superficies
Le da igual que arrecie el nerviosismo en los mercados financieros o que retornen los temores inflacionistas. Que el dólar suba o baje. El metal precioso emerge en todos los entornos como alternativa de inversión. Lo ha confirmado esta semana con un nuevo récord. Por Pedro Calvo
Cuando llega la tierra batida, todos los ojos se centran en Rafael Nadal. Si los partidos se disputan en el pasto de Wimbledon, el favoritismo corresponde a Roger Federer. En los mercados financieros también hay productos que se adaptan mejor a unas condiciones que a otras. Los activos con más riesgo triunfan en tiempos de optimismo, mientras que los productos más seguros se adaptan mejor a los tiempos duros. Pero hay excepciones. Del mismo modo que a lo largo de la historia seis tenistas han conseguido la victoria en las variadas superficies en las que se disputan los cuatro Grand Slam, en estos momentos hay un activo financiero que se adapta a todas las circunstancias. Es el oro.
Su camaleónica capacidad de adaptación se observa en un dato: camina por su décimo año alcista consecutivo. Con todo lo que ello supone, porque desde 2001 los mercados han transitado por el pinchazo de la burbuja tecnológica entre 2000 y 2002, la época de crecimiento atravesada entre 2003 y 2006 y la crisis actual, iniciada en 2007. En estos 10 años, acumula una revalorización del 355 por ciento.
Esta trayectoria se ha acelerado en los 18 últimos meses, es decir, desde las semanas posteriores a la quiebra del banco Lehman Brothers. En ese intervalo, la onza se ha apreciado un 74 por ciento, una escalada que ha rematado esta semana con un nuevo récord histórico en los 1.249 dólares.
En esta última etapa arrancada en noviembre de 2008, el metal precioso ha mostrado sus dos atributos más conocidos: su condición de alternativa al dólar entre marzo y noviembre de 2009 y su naturaleza de activo refugio en el último medio año. Varios motivos explican su irrupción como escudo defensivo, tal como subrayan los expertos de Société Générale. Para unos, se debe a "la huida hacia la calidad desde los activos en euros por el miedo a más crisis soberanas". Y para otros, "al retorno de los temores inflacionistas ante la expansión de los balances de los bancos centrales".
La plata sigue sus pasos
Pero el oro no camina solo. La plata ha cogido su rebufo. En opinión de Juan José Martínez, experto de Bolságora, si la segunda logra superar la referencia de los 19,6 dólares por onza -ayer llegó hasta los 19,58-, podría marcar primero un nuevo máximo histórico por encima de los 21,5 dólares e incluso entrar en una subida libre que la impulse hasta los 26 dólares a medio plazo. ¿El riesgo? Que caiga por debajo de los 17 dólares.