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Perú se entrega a Vargas Llosa en un intenso día de homenajes



    Lima, 15 dic (EFE).- Perú se entregó hoy a su paisano más célebre, Mario Vargas Llosa, flamante premio Nobel de Literatura, al que dedicó un intenso día de homenajes que dejaron al escritor "con la garganta rota de tanto decir gracias".

    Su biógrafo y amigo J.J.Armas Marcelo lo dijo así: "No me interesa ir a Estocolmo a la entrega del Nobel; yo quiero llegar a Lima y ver cómo se le entrega por fin el país". Y tuvo razón, porque las muestras de cariño y reconocimiento se sucedieron durante todo el día.

    Comenzó la jornada por la mañana, en la Casa de la Literatura peruana, donde inauguró el seminario "Las cartografías del poder", dedicado a su obra, acto en el que no faltó una recreación por unos estudiantes de teatro de una escena de su novela "Conversación en La Catedral", en la que repitieron una frase que ya ha pasado a la historia: "¿Cuándo se jodió el Perú, Zavalita?".

    Vargas Llosa dio en ese momento un breve discurso en el que reivindicó la lectura como un arma para formar buenos ciudadanos, pues aquel que lee "es crítico con su entorno y siente la necesidad de cambiar el mundo", lo que refuerza la democracia, un sistema donde sus ciudadanos "deben tener espíritu crítico que les impida ser engañados o manipulados por los poderes existentes".

    Por la tarde, el intelectual tuvo ocasión de reflexionar en voz alta en el Museo de la Nación sobre el acto de la creación literaria, en un conversatorio con cuatro críticos que han escrito abundantes páginas sobre su obra: el español J.J.Armas Marcelo, el peruano José Miguel Oviedo y los estadounidenses Efraín Kristal y David Gallagher.

    El conversatorio estaba previsto que versara sobre "El sueño del celta", la última de sus novelas, pero derivó hacia su obra en general, que recibió cariñosos elogios de los especialistas.

    Armas Marcelo afirmó haber descubierto el Perú gracias a sus novelas, y dijo que Vargas Llosa le enseñó además a concebir el oficio de escribir como una disciplina y a aprender a leer a otros autores "hasta el punto de que es difícil llevarle la contraria" en sus opiniones literarias.

    Gallagher fue el más rotundo al afirmar que el escritor habría merecido el Nobel ya en 1970 por haber escrito tres obras "mayores" como La ciudad y los perros, Conversación en La Catedral y La Casa Verde, y destacó en el intelectual a un hombre que ha sabido evolucionar artística e ideológicamente hasta convertirse "en un fanático defensor de la libertad".

    Se fueron sucediendo las alabanzas y los aplausos, tanto que el escritor tomó la palabra para bromear: "No me aplaudan tanto que puedo lanzar mi candidatura a la Presidencia", dijo en referencia a su fallida experiencia política en 1990, cuando fue derrotado por Alberto Fujimori.

    El arequipeño ofreció algunas claves de su trabajo, explicó que "la creación surge de zonas oscuras que la razón no controla" y dijo que tiene con sus libros una relación totalmente subjetiva que "niebla mi comprensión cabal", por lo que reconoció que los críticos, gracias a la distancia, han sabido interpretar en sus textos cosas que él oscuramente solo había intuido.

    Si hablando de literatura se encuentra como pez en el agua, la sucesión de galardones lo tiene abrumado: "No debo dejar que el Premio Nobel me entierre -dijo-, quiero seguir siendo un escritor. Los festejos del Nobel tiene que tener un fin, y ojalá que sea pronto", se quejó en público.

    Y sin embargo, todavía le quedaban horas de homenajes: primero, inaugurar una exposición sobre su vida y obra "La libertad y la vida", que ha recorrido varias ciudades del mundo y contiene fotografías de su infancia y juventud, cartas escritas en su adolescencia, correspondencia con otros novelistas y ediciones de sus obras en numerosas lenguas.

    Desde allí, el intelectual se trasladó al Palacio de Gobierno, donde se convirtió en el primer condecorado con la Orden de las Artes y las Letras, que le fue impuesta por el presidente Alan García.

    El presidente y el escritor pronunciaron sendos discursos en los que, deliberadamente o no, coincidieron en que el galardón recibido por Vargas Llosa es expresión del momento de estabilidad económica y política que vive el país.

    "De alguna manera, este premio viene a darnos el reconocimiento de que por fin hemos dejado atrás la barbarie, compañera tenaz de nuestra historia", dijo el escritor.

    Las palabras del escribidor parecían cerrar así el funesto ciclo de Zavalita. Si el Perú se jodió una vez, aquello parecía por fin superado.