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La Cumbre de la OSCE, escenario de acusaciones contra Rusia por la crisis en Ucrania



    Basilea (Suiza), 4 dic (EFE).- La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) abrió hoy su conferencia ministerial, máximo órgano de decisión, con una retahíla de acusaciones directas contra Rusia, por la anexión de Crimea y su apoyo a los rebeldes separatistas de Ucrania.

    Como estaba previsto, la crisis en Ucrania y la amenaza que esta situación supone para la seguridad del área euro-atlántica fue el tema central de casi todas las intervenciones del medio centenar de ministros reunidos en la ciudad suiza de Basilea.

    Suiza concluye simbólicamente con esta conferencia su año de presidencia de la OSCE -que Serbia ejercerá a partir del próximo 1 de enero-, durante el que tuvo que desplegar recursos como no hizo desde las guerras de la antigua Yugoslavia, para posicionarse como mediador imparcial en el conflicto ucraniano.

    Coincidiendo con esta cumbre, las fuerzas ucranianas y rebeldes acordaron hoy un nueva tregua, que debería entrar en vigor el próximo martes, nuevamente con la mediación de la OSCE y de Rusia.

    Los anteriores compromisos similares y el Protocolo de Minsk del 5 de septiembre para el alto el fuego han sido sistemáticamente incumplidos.

    Relegada a un segundo plano por el espacio ganado por la OTAN, la rebelión separatista en Ucrania ha insuflado este año una nueva dinámica a la OSCE, formada por 57 estados.

    Sus miembros le pidieron por ello sacar provecho de ser el foro regional de seguridad más amplio existente, tanto en término numéricos como geográficos, con el fin de aportar ideas y ayudar a restablecer la estabilidad en su vasta área de influencia.

    En sus discursos, los ministros lanzaron dos ideas centrales, la primera relacionada con que no se puede pasar por alto la agresión de un país miembro contra los principios de soberanía, unidad e integridad territorial de otro, refiriéndose a la anexión de Crimea.

    La segunda idea tuvo que ver con la necesidad de proseguir los esfuerzos para hacer cumplir plenamente el Protocolo de Minsk, suscrito por el Gobierno ucraniano y los líderes separatistas de Donestk y Lugansk.

    Este acuerdo de principios de septiembre establecía, además del cese de las hostilidades, una línea de separación entre fuerzas gubernamentales y rebeldes, que debían alejarse de ella una distancia de 15 kilómetros cada una, así como toda artillería pesada.

    "El principio de inviolabilidad de las fronteras no es negociable", dijo la jefa de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Federica Mogherini.

    El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, llamó a Rusia a entrar en razón tras asegurarle que a nadie le interesa que quede "aislada por sus propias acciones".

    Rusia, a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, sostuvo que fue más bien la actitud intervencionista de Occidente en los asuntos internos de Ucrania uno de los detonantes de la crisis, así como los supuestos intentos del Gobierno ucraniano surgido de la "Revolución de Maidan" de reprimir a la minoría rusa y su lengua.

    Frente a este diálogo de sordos, una iniciativa que se concretó hoy en la reunión ministerial de la OSCE fue la creación de un "grupo de sabios", que tendrán la misión de reflexionar y presentar propuestas sobre cómo reforzar la seguridad en la zona euro-atlántica y euro-asiática.

    Ese grupo estará formado por trece expertos independientes, empezará a funcionar a principios de 2015 y estará presidido por el alemán Wolfgang Ischinger, especialista en seguridad.

    Al margen de la reunión ministerial de la OSCE, que concluye mañana, Basilea ha sido escenario de varios encuentros bilaterales, como los que mantuvieron Kerry y Lavrov sobre Ucrania, Siria y el Estado Islámico (EI), o el ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, con sus homólogos de Italia, Malta y Portugal, sobre la crisis libia.

    Isabel Saco y Luis Lidón