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Telmo Aldaz de la Quadra-Salcedo, un nómada que viaja para vencer prejuicios
Ha hecho tantos viajes a lo largo de su vida que ha perdido la cuenta, pero a Aldaz de la Quadra-Salcedo no le preocupa porque conserva fotografías y vídeos además de sus propios recuerdos y cree que lo importante no es "coleccionar países" sino dejarse llevar por las oportunidades que se le presentan.
"Nunca elijo los viajes, la vida te va llevando, al final ésa es la aventura", ha declarado en una entrevista a Efe.
A sus 41 años, este abogado con vocación de marino mercante ha optado por hacer de sus viajes una forma de vida, hasta el punto de que prefiere definirse como un "nómada".
Está acostumbrado a conocer mundo porque desde que era pequeño su madre, licenciada en Historia y hermana del aventurero Miguel de la Quadra-Salcedo, le llevaba a él y a sus dos hermanos a las excavaciones que realizaba fundamentalmente por España y Marruecos, dos de los países en los que ha vivido con su familia además de Santo Domingo, Honduras y Francia.
Con su tío, que para Telmo siempre ha sido un "referente" y "una persona a admirar", tuvo la oportunidad de trabajar en "Aventura 92" y a continuación en la "Ruta Quetzal", la denominación actual de un programa que surgió en los años 80 en el que jóvenes recorren durante 45 días los territorios iberoamericano y español.
Desde 2006 dirige la expedición Madrid Rumbo al Sur, un proyecto de la Comunidad de Madrid en el que los adolescentes seleccionados, de 16 y 17 años, tienen la oportunidad de conocer de cerca proyectos de cooperación y la realidad de diversos rincones de África.
"Son edades en las que estás buscando tu vocación", recalca el explorador, que considera que el objetivo fundamental de esta aventura es "quitar miedos y barreras" ya que al final de los viajes te das cuenta de que "en todo el mundo hay gente buena".
En esta edición se han embarcado a Marruecos, un país que Telmo conoce bien y con el que, según cuenta, compartimos "más cosas de las que creemos".
En sus viajes ha visto países en guerra como Zaire, donde recaló en 1997, un lugar "precioso" pero que en ese momento estaba inmerso en una "odisea", y también Bosnia, donde aterrizó en 1993 con una caravana humanitaria.
"Llegar allí y verlo fue duro, se palpaba el odio", recuerda sobre este conflicto, uno de los más "mediáticos" que ha presenciado.
A pesar de todo, no duda al decir que lo que más le ha impresionado fue su llegada a Haití tras el terremoto ocurrido el 12 de enero de 2010 por la "destrucción" y la "locura" que había a su alrededor.
"Es una de las cosas más bestias que he visto", afirma, al tiempo que destaca que a pesar de los dramas siempre hay algo positivo porque, como en el caso del país caribeño, "coordinar a la gente puede hacer maravillas".
Entre sus viajes más aventureros, Telmo recuerda con especial cariño la travesía por el Océano Atlántico en una réplica de la carabela La Niña de Cristóbal Colón en el V centenario del descubrimiento de América.
También destaca su encuentro en 1994 con un grupo de indígenas yekuanas, uno de los primeros pueblos que habitó en el Caribe, y su posterior navegación por el río Caura, en Venezuela, a bordo de una canoa elaborada según los medios ancestrales con la que llegó hasta Jamaica y Santo Domingo.
Entre los requisitos de un buen aventurero, Telmo señala la curiosidad y las ganas de aprender.
"Hay que leer y documentarse, no se puede viajar como las maletas", dice alguien que comparte su afición por los viajes con su mujer y que trata de inculcar esta pasión a sus tres hijos, de 2, 4 y 6 años.
Para Telmo, viajar debería ser una "asignatura recomendable", sobre todo en estos momentos de crisis en los que conviene "moverse" ya que el hecho de conocer otros lugares ayuda a "activarse" y "aviva el ingenio".
"Viajar muda el alma, cambia el ánimo, renueva las fuerzas, te hace mejor persona", concluye, convencido de que no hace falta irse muy lejos porque "cada día es una aventura".
Sol Carreras.