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El acusado del triple crimen en Castellar reconoce dos apuñalamientos y dice que no sabe por qué lo hizo



    Uno de los vecinos agredidos explica que el procesado "tenía la obsesión de matar" y que parecía que "todo le daba igual"

    VALENCIA, 8 (EUROPA PRESS)

    El hombre de 35 años acusado de haber matado en octubre de 2011 a un hombre, a su hijo de 13 años, y a otra mujer, todos ellos vecinos suyos de la localidad valenciana de Castellar, ha reconocido ante un tribunal de la Audiencia de Valencia dos apuñalamientos y un forcejeo, aunque ha insistido en que no sabe por qué motivo actuó de esta manera. "Ojalá me acordara de todo, pero me es imposible, no lo recuerdo", ha dicho.

    El hombre, para el que el ministerio fiscal pide una pena de 45 años de prisión, está acusado de estas tres muertes y de haber apuñalado a otros dos vecinos de la misma finca. Y todo ello sin mediar palabra y sin haber enfrentamientos previos. "Éramos una comunidad bastante unida", ha aseverado.

    Al inicio de la vista, que ha tenido lugar en la sección primera de la Audiencia, lo primero que ha hecho el procesado, aún sin preguntarle ninguna de las partes, ha sido pedir perdón a las víctimas. Seguidamente, ha dicho que solo pensaba contestar a las preguntas del fiscal, del tribunal y de su letrado.

    El día de los hechos, el 28 de octubre de 2011, ha afirmado que cuando regresó del trabajo se pasó por un par de bares donde consumió algunas cervezas y también algo de cocaína. Tras ello, volvió a casa y dejó a su hija recién nacida con una vecina del inmueble, ubicado en la en la calle Poetisa Leonor Perales y Escalente de la pedanía de Castellar-Oliveral.

    Una vez en su vivienda, ha explicado que consumió la cantidad que le quedaba de droga --había adquirido un gramo-- y, en total, se bebió unos ocho o nueve botellines de cervezas. "Luego, no sé por qué, cogí un cuchillo y me lo puse en el bolsillo. No sé por qué motivo hice esta acción", ha dicho él mismo sin que nadie le preguntara.

    Tras ello, se fue a la casa donde había dejado a su hija y entró. Cuando iba a irse, y la vecina llevaba a su hija, le apuñaló: "le dí dos puñaladas por la espalda a la señora Dolores, y no sé su señoría por qué hice eso, porque nunca he tenido ningún problema con ellos ni con ninguna familia de la comunidad", ha agregado.

    Ante los gritos de esta mujer, salió su marido, José Ramón, del interior de la vivienda, y a él también le atacó: "le proporcioné varias puñaladas. Luego recuerdo que oí un grito y salí al rellano. Estaba el carrito de la niña, y lo metí dentro del recibidor de mi casa", ha asegurado.

    Lo siguiente que recuerda es que forcejeó con otro vecino y que ambos cayeron por las escaleras. "Luego me metí en mi casa, llamé a mi madre y le pedí que viniera". "Le dije que me había manchado de sangre y que no sabía lo que había pasado", ha proseguido. A este último vecino no recuerda haberle agredido y, sin embargo, resultó herido de varias puñaladas.

    Tampoco recuerda que a José Ramón le asestara hasta 20 puñaladas: "eso es una atrocidad", ha indicado. Asimismo, el hombre, quien ha insistido en que estaba "felizmente casado, con una preciosa hija y con el piso y el vehículo en propiedad", no se acuerda de haber apuñalado mortalmente a otra vecina del edificio --una mujer de 77 años-- ni al menor de 13 años.

    "PENSÉ QUE ERA UNA BROMA"

    Dolores, la mujer que se quedó al cuidado de su hija recién nacida, ha declarado durante el juicio que cuando fue a recoger a la menor "estaba normal", y ha explicado que cuando iba hacia la puerta y el procesado le seguía, notó un golpe en la espalda, "y como era Halloween, pensaba que era una broma". Pero luego le continuó agrediendo y vio la sangre.

    La mujer ha dicho que se pudo levantar y se refugió en casa de la vecina de en frente. Una vez dentro, el procesado empezó a "dar golpes" en la puerta, para intentar entrar, pero finalmente no lo consiguió. La vecina que acogió a Dolores ha declarado que cerró con llave y llevó una máquina de coser hasta la puerta para impedir la entrada. Ha afirmado que Dolores le decía que se moría y que no iba a poder ver crecer a su hijo.

    Por otro lado, el vecino que también resultó apuñalado pero que pudo salvar su vida, ha señalado que ese día salió al rellano tras escuchar unos gritos, y observó que en el segundo piso había un carrito de bebé y gotas de sangre. Así, decidió bajar y se encontró la puerta abierta de sus vecinos --en la que vivía Dolores junto a su marido e hijo fallecido--.

    En el momento en que se iba a asomar por la puerta, ha señalado que notó cómo le cogían por detrás y le clavaban el cuchillos. En ese momento, se percató de que era su vecino y le dijo: "¿Qué haces? Me vas a matar", pero él no contestaba. "No decía nada", ha apostillado. Y siguió en su empeño de clavarle el cuchillo.

    Finalmente, forcejearon y pudo quitarle el cuchillo, ha descrito. Este vecino ha afirmado que no tenía la impresión de que el acusado --para el que el fiscal considera que tenía afectadas las facultades intelectivas y volitivas pero sin anularlas-- hubiera bebido, y ha agregado que "tenía la obsesión de matar", y que parecía que todo "le daba igual". "Ni gritaba ni nada", ha agregado.

    Por otro lado, uno de los primeros agentes de Policía que llegó al lugar de los hechos, ha indicado que vio una cantidad "descomunal" de sangre, y seguidamente apareció el agresor con los brazos "ensangretados" y "algo en la mano", que le pidió que tirase, y así hizo. "Sabía que era el agresor porque no tenía ninguna herida", ha dicho. Otro agente que participó en los interrogatorios al procesado ha señalado que les decía que no merecía vivir y les pedía que le matasen.