Inversion a Fondo

Valor el libros: ¿Está cara la acción?



    Este indicador resulta de vital importancia a la hora de distinguir si una empresa se encuentra sobrevaluada o no por el mercado, al ofrecer un resultado más estable y menos volátil que el de otros indicadores de uso más común como el PER (?price-to-earnings ratio?)

    La ratio precio sobre valor en libros resulta de gran ayuda para el inversor cuando se quiere saber si la empresa se encuentra o no sobrevalorada. Este indicador relaciona la capitalización bursátil de una compañía con el valor de sus fondos propios. Para obtenerlo basta con obtener el peso de la compañía en bolsa -número de acciones multiplicado por el precio al que cotizan- y dividirla por el valor de sus fondos propios, recogidos por la compañía en su balance. La capitalización y el valor de sus fondos propios no tiene porqué ser idéntico, ya que se tratan de indicadores de diferente naturaleza. Así, mientras que la capitalización recoge las estimaciones que hacen los inversores acerca de los flujos de caja que consideran que generará la compañía en el futuro, los fondos propios, por su parte, indican cuál es la diferencia entre el activo y el pasivo de la compañía y recogen los beneficios -en este caso, de ejercicios pasados-.

    Así, podría concluirse que la ratio indica, en buena medida, cuál es la rentabilidad obtenida por los activos de la compañía. De este modo, cuando el inversor se encuentra ante la tesitura de escoger en qué empresas invertir, un buen método para hacerse con una primera impresión sobre si sus acciones han subido ya lo suficiente es precisamente analizar su ratio precio sobre valor en libros. La situación más habitual es que las empresas cuenten con una ratio superior a 1, puesto que el valor en libros no recoge el valor de la marca, el know-how de la compañía o el grado de formación de sus empleados, mientras que la capitalización, por el contrario, sí lo hace, pues se trata de factores que contribuyen decisivamente a la generación de beneficios en la empresa. En este sentido, valores superiores a la unidad reflejan que el mercado espera que la empresa obtenga mayores beneficios debido a las ventajas con las que cuenta respecto a sus competidores.

    El hecho de obtener resultados inferiores a 1 indica que los inversores consideran que el activo de la compañía -que engloba la maquinaria, activos financieros como bonos o acciones de los que es titular, inmuebles y dinero que atesora en efectivo- es realmente inferior a lo recogido en su contabilidad. Esta situación puede darse cuando los inversores discrepan de la valoración otorgada a los activos en la contabilidad de la compañía. Por ejemplo, en el caso de que la empresa hubiese comprado un edificio en el pico de la burbuja inmobiliaria y su contabilidad no haya revisado lo suficientemente a la baja su valor de mercado, una ratio precio sobre valor en libros especialmente baja podría indicar que el valor del activo está, a su juicio, inflado, y que, por tanto, los fondos propios de la compañía son inferiores a lo recogido en su contabilidad. Otro caso similar lo podemos encontrar en las entidades financieras. El agujero creado en el balance por la existencia de créditos de difícil cobro supone un deterioro en el valor del activo de los bancos que no siempre aparece recogido en sus libros.

    Se trata de un indicador de diferente naturaleza que el PER -número de veces que una acción recoge los beneficios de una empresa-, ya que mientras que éste reúne las estimaciones de los inversores acerca de los flujos de caja que generará la empresa en ejercicios futuros, el precio sobre valor en libros relaciona la capitalización bursátil con el valor de su patrimonio neto, tal y como se recoge en el balance de la entidad.

    Ademas, puede resultar más valioso que el PER en ciertas ocasiones, puesto que, como el valor de los fondos propios muestra menores oscilaciones que el beneficio neto a lo largo del tiempo, el resultado de esta ratio es menos volátil. Además, esta última resulta inservible cuando la compañía registra pérdidas en el ejercicio anterior, algo que no sucede con la ratio precio sobre valor en libros, lo que permite ampliar el rango de compañías analizadas.

    No obstante, este indicador también posee ciertos inconvenientes. Uno de ellos es el hecho de que se está midiendo una variable flujo con una variable de fondo, ya que, mientras que la capitalización se actualiza a diario, el valor de los activos y de los fondos propios se recogen trimestral o anualmente en la contabilidad de la compañía, por lo que puede existir una cierta descoordinación.

    También cuenta con el problema de que la empresa puede no haber revisado lo suficientemente a la baja en el balance el valor de sus activos y que, en caso de liquidación, la cantidad obtenida por la venta de sus activos sea inferior a la establecida en el balance de la entidad, de ahí que los inversores penalicen a la compañía en bolsa con un valor inferior al recogido en su balance, por considerar que el valor de sus activos se encuentra, realmente, a un nivel inferior.

    Además, al no reflejar las empresas entre sus activos la valoración de su marca o de la formación de su plantilla, la ratio precio sobre valor en libros de compañías que poseen una marca mundialmente reconocida y un cierto prestigio, como podría ser el caso de Coca-Cola, tiende a ser notablemente superior a la media, lo que reduce la utilidad del indicador.

    Asimismo, esta ratio cuenta con una mayor utilidad cuando se realiza la comparativa con compañías similares o del mismo sector, resultando menos útil cuando se efectúan comparaciones entre compañías que operan en sectores o mercados diferentes. A todo ello se suman las dificultades derivadas de los distintos métodos y normas de contabilidad -GAAP e IFRS- seguidos por las entidades, que pueden provocar una distorsión en los resultados obtenidos.