Internacional

El pulso entre Trump y Xi pone jaque el 0,3% del crecimiento global

  • La politización de la tecnología pone el riesgo las cadenas de valor de la industria
Donald Trump y Xi Jinping, presidentes de EEUU y China. Imagen: Archivo

José Luis de Haro

La tregua comercial entre Estados Unidos y China se desmorona. Ambos países ahondan en un pulso arancelario, que borrará 0,3 puntos porcentuales del crecimiento global a corto plazo, según las estimaciones más recientes del Fondo Monetario Internacional, y que en las últimas semanas también amenaza con destartalar las cadenas de valor de la industria tecnológica.

Lo que hasta ahora se había convertido en una clásica versión de la Ley del Talión centrada principalmente en la aplicación de aranceles sobre productos chinos y estadounidenses, con una relajación de las tensiones que no ha llegado durar ni cinco meses, ha tomado nuevas dimensiones después de que la administración Trump decidiera la semana pasada cercar a Huawei de sus proveedores estadounidenses incluyendo a la compañía en su lista negra de entidades.

Una operación que inmediatamente provocó que compañías como Intel, Qualcomm, Broadcom, Western Digital y Micron, además de Google, congelasen sus relaciones con el fabricante de equipos chino. Es importante recordar que de los 70.000 millones de dólares que Huawei gastó en componentes en 2018, 11.000 millones se destinaron a empresas estadounidenses. De hecho, las ventas de Huawei representaron el 13 por ciento de los ingresos de Micron y el 5 por ciento de las ventas de Broad-com. Decisiones que no tardaron en llegar a empresas extranjeras, como la británica ARM alemana Infineon Technologies, y algunas operadoras inglesas y niponas.

El Gobierno estadounidense ha dado, eso sí, un margen de 90 días a estas entidades para que busquen alternativas mientras que el Congreso presentó un proyecto de ley que ayudará a costear el reemplazo de equipos de Huawei y ZTE de las redes del país, especialmente en las áreas rurales del país. No obstante, según adelantaron distintos medios, la administración Trump está considerando vetos adicionales a cinco de las principales tecnológicas de vigilancia chinas, como Megvii y Hikvision.

Dadas las circunstancias, si Pekín decidiese tomar represalias similares y restringiera que las empresas chinas atiendan a clientes o compren a proveedores estadounidenses, la compleja cadena de suministro construida durante las últimas décadas obligaría a muchas compañías a deshacer sus planes actuales y buscar alternativas. Unas consecuencias que serían más directas para algunas empresas que para otras, dependiendo de su posición dentro de dicha cadena de suministro.

Apple, el gran perjudicado

"En el centro del fuego cruzado de la batalla entre EEUU y China, están la industria de los semiconductores y Apple", reconoce Dan Ives, analista de Wedbush Securities. Apple es el principal perjudicado dentro de esta guerra comerciales mientras que Micron, Skyworks, Intel, Nvidia y Qualcomm no se escapan y están también en el punto de mira.

El analista de Goldman Sachs, Rod Hall, ya avisó en un informe a sus clientes que cualquier potencial restricción a Apple en el gigante asiático acabaría por borrar el 29 por ciento del beneficio por acción de la de Cupertino. Esto equivaldría a un recorte de 3,35 dólares por título, "que representa el 100 por cien de la exposición estimada de los ingresos de Apple en China continental y Hong Kong y asume también el ahorro en costes de ventas y marketing", justificó Hall.

Más allá de la nueva batalla tecnológica, se encuentra la inmediatez del golpe arancelario. Si EEUU ya elevó los gravámenes sobre un catálogo de productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares del 10% al 25%, el proceso para tasar el resto de importaciones del gigante asiático que hasta ahora no se ha visto envuelto en esta reyerta comercial, alrededor de 300.000 millones de dólares, ya está en marcha.

Por su parte, el Gobierno de Xi Jinping anunció que incrementará sus aranceles sobre un catálogo de bienes estadounidenses por valor de 60.000 millones de dólares a partir del próximo 1 de junio. En el caso de Pekín es cierto que el margen para continuar gravando productos estadounidenses es más limitado ya que China solo compró bienes americanos por valor de 120.341 millones de dólares en 2018, según datos del censo de EEUU. La economía más grande del mundo sin embargo importó 539.503 millones de dólares en bienes chinos. Esto no quiere decir que el Ejecutivo de Xi Jinping no tenga munición para poner presión sobre Trump.

Los inversores no pasan por alto que China es el mayor tenedor soberano de deuda pública estadounidense. Con un total de 1,12 billones de dólares en bonos del Tesoro de EEUU en cartera, Pekín podría verse tentado a utilizar este armamento como arma arrojadiza si Washington continúa su escalada arancelaria y poniendo trabas a los fabricantes de telecomunicaciones chinos.

Pekín podría boicotear los negocios a las firmas americanas

La crisis de Huawei amenaza con provocar decenas de efectos colatarales que podrían desencadenar funestas consecuencias. Entre otros escenarios, "China podría dificultar a las empresas estadounidenses hacer negocios en el país", destaca John Higgins, analista del Capital Economics. Una posibilidad que atemoriza a las empresas americanas que operan en la segunda mayor economía del mundo. "Particularmente, después de la decisión de incluir a Huawei en la lista de entidades, existe la preocupación de que el Gobierno chino pueda tomar represalias contra las compañías estadounidenses", reconocía a la BBC, Tim Stratford, presidente de la Cámara de Comercio Americana en China (AmCham China). Recientemente, este 'lobby' publicó una encuesta en la que se puso de manifiesto que el 40 por ciento de sus miembros ha reubicado sus operaciones fuera de China o consideraba hacerlo debido a los aranceles. Lo peor de todo lo anterior es que el trajín de deslocalizacion solo acaba de empezar.

El pasado mes de marzo, los últimos datos oficiales publicados por el Departamento del Tesoro de EEUU reflejaron como el gigante asiático vendió deuda pública estadounidense por valor de 20.450 millones de dólares, su mayor cantidad desde octubre de 2016. Desde Capital Economics estiman que la posibilidad de que el gobierno de Xi utilice sus tenencias de bonos del Tesoro de EEUU como posible moneda de cambio, fomentando una venta, supondría un arma de doble filo para el país asiático.

Los inversores saben que China es el primer tenedor soberano de deuda pública de EEUU

Si tal venta se produjera, aumentaría inicialmente los rendimientos de la deuda pública estadounidense, por lo que China perdería dinero en sus tenencias restantes. También podría conducir a una mayor inestabilidad en los mercados financieros emergentes, lo que incluiría al gigante asiático, algo que las autoridades del país quieren evitar. A este lado del Atlántico, senadores de ambos partidos políticos enredaron aún más las tensiones al volver esta semana a introducir un proyecto de ley que obligaría al Gobierno de EEUU a castigar a las personas y entidades chinas involucradas en lo que llaman actividades "ilegales y peligrosas" de Pekín en los mares del Sur y el Este de China. Al mismo tiempo, la administración Trump incrementa la presión sobre sus aliados para prohibir los equipos de fabricación china de sus redes de telecomunicaciones, afirmando que podrían comprometer el intercambio de inteligencia. Ahora la miradas se centran a finales de junio, cuando el G-20 servirá de escenario para un encuentro entre Trump y Xi que determine si puede haber acuerdo y relajar tensiones.