Internacional
Putin copa el 71,4% de intención de voto, frente a siete rivales poco competitivos
- Los medios controlados por el Estado amenazan con el "caos" si no gana
Marcos Suárez Sipmann
Unos 109 millones de rusos están llamados a participar en los comicios del 18 de marzo. Con toda probabilidad, el actual mandatario, Vladímir Putin, será nombrado por cuarta vez jefe de Estado de la Federación Rusa. Según las encuestas, Putin aglutina el 71,4% de la intención de voto.
Alexei Nalvany, conocido por realizar una campaña anticorrupción dirigida contra funcionarios cercanos al Kremlin, es considerado el único político capaz de hacerle frente. Pero no puede participar en los comicios al haber sido condenado por estafa. Él sostiene que el caso en su contra se montó para alejarle de la política. Ninguno de los otros siete candidatos tiene posibilidades reales de arrebatarle el puesto. Ni siquiera de forzar una segunda vuelta.
Entre los rivales se encuentra la presentadora de televisión Ksenia Sobchak, llamada la Paris Hilton rusa. La única candidata femenina se presenta a sí misma como una alternativa para quienes hubiesen querido votar por el bloguero opositor Navalny. Él no se siente representado por ella: la considera un títere del Kremlin, un "hazmerreír liberal" y una "caricatura" de la oposición, que busca otorgar legitimidad a una farsa de elecciones.
A Sobchak se suman un empresario, dos comunistas, dos nacionalistas y un liberal. Con siete contrincantes tan poco competitivos, Putin no tiene de qué preocuparse. Pero sí quiere dejar claro que su Gobierno no tiene parangón y que lograr las metas que se propuso es una tarea para la que sólo él está capacitado. Promete en campaña "brillantes victorias" si es reelegido.
Si Putin gana con tanta ventaja las elecciones es en parte porque los rusos, sobre todos los mayores, valoran la estabilidad política. Aprecian que Putin ponga énfasis en la grandeza rusa frente a EEUU y Europa y el haberles devuelto el orgullo nacional fuertemente afectado por el derrumbe de la URSS y el empobrecimiento del país, apenas recobrado gracias a los precios del petróleo y gas. La realidad es que la situación económica de la población sigue empeorando. Putin promete más dinero para educación y salud, salarios más altos, crecimiento económico, una lucha más consistente contra la corrupción, seguridad jurídica, una mejor infra-estructura… Promete, en resumen, todo lo que ya prometió en las últimas elecciones y no cumplió.
No hay reformas dirigidas hacia una economía de mercado. Todo lo contrario: continúa la nacionalización de la industria (una especie de resovietización). Tres cuartas partes del PIB son generadas por empresas controladas por el Estado. Las consecuencias son ineficiencia, burocracia creciente y falta de competitividad. Un ejemplo es el sector bancario. Otro, los sectores industriales clasificados como importantes para la seguridad nacional. No se permiten inversiones foráneas. Es normal que las compañías extranjeras se marchen de Rusia. El crecimiento económico sigue siendo modesto desde hace años. De hecho, la economía está estancada desde 2013. El mercado sólo ganaría nuevos impulsos si el Estado permitiera más competencia, combatiera la burocracia y la corrupción y permitiera a los tribunales hacer su trabajo sin intervenciones externas. Todo ello pondría en peligro el poder de Putin.
Tras las elecciones no pueden esperarse demasiados cambios en el sistema político, férreamente dominado por el Kremlin. No obstante, en su discurso habla de la necesidad de fortalecer la democracia, la libertad y la justicia, palabras que suenan vacías, porque su poder es cada día más autocrático. Putin resucita personajes históricos como Alejandro III, de quien se dice fue un zar que llevó "paz, gloria, desarrollo y estabilidad a Rusia", metas que el mandatario aspira a que le sean reconocidas.
Para la oposición, es un enorme desafío presentarse como alternativa viable ante la poderosa maquinaria de Putin. El sistema no es democrático y el presidente no tiene ningún interés en crear espacios de mayor libertad política.
¿Por qué le votarán cuando los salarios reales disminuyen desde hace años al tiempo que los precios de los alimentos siguen aumentando? Porque los medios controlados por el Estado repiten una y otra vez que la única elección es entre "Putin o el caos". Fomentan el miedo de que el país podría volver a la década de los 90. Tras 18 años en la cima, Putin ha adaptado el sistema político a la medida de su poder. La buena noticia es que la juventud empieza a mostrar un creciente interés político en 2018.